jueves, 17 de noviembre de 2016

Bienvenidos al show de Trump




Entrevista a John Catalinotto
Bienvenidos al show de Trump

Alex Anfruns
Investig'Action

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos


La mayoría de los observadores han recibido con miedo y horror la llegada al poder del “verdadero Donald Trump”. Más allá de su provocador discurso en contra de las elites y de una campaña centrada en despertar un sentimiento nacional con la consigna “Make America Great Again”, ¿qué significarán sus políticas para el 99 %? Con el fin de desligar la verdad de la ficción en su programa hemos entrevistado a John Catalinotto, director del periódico Workers World y agudo observador de la política estadounidense.
Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos, ¿cómo le definiría?

Los europeos podrían pensar que Donald Trump es una combinación de las peores características de Silvio Berlusconi y Marine Le Pen. Es una persona rica, egoísta y arrogante. Se va a responsabilizar de un ejecutivo que gestiona el mayor presupuesto estatal y la maquinaria militar más destructiva del mundo. Muchos otros políticos capitalistas, tanto republicanos como demócratas, incluida Hillary Clinton, también apoyan una política reaccionaria y a favor de la guerra, que es peligrosa para el mundo. La diferencia es que Donald Trump da abiertamente voz y una plataforma a la retórica antimusulmana, antiinmigrantes, racista y misógina, por lo que su victoria fomenta la movilización de los segmentos más intolerantes de la sociedad estadounidense.

En comparación con las políticas del gobierno Obama, ¿qué podría cambiar para la clase trabajadora, las personas afroamericanas, latinas e inmigrantes?

En Estados Unidos la clase trabajadora está constituida por muchas personas de origen indígena, afroamericano, latino, del este y oeste de Asia y de las islas del Pacífico, incluidos muchos inmigrantes. Los trabajadores son tanto hombres como mujeres, son LGBTQ, personas con trabajo y en paro. Una gran mayoría de los trabajadores son hombres de origen europeo.

En mi opinión, Trump en la Casa Blanca y los republicanos controlando ambas cámaras del Congreso significará un ataque abierto a todos los trabajadores, a sus sindicatos, a sus beneficios sociales. Algo similar a lo que ocurrió en Argentina cuando Macri sustituyó a Cristina Kirchner. Algo similar a lo que ocurrió en los estados de Wisconsin y Carolina del Norte cuando los republicanos del “Tea Party” llegaron a ser gobernadores. No es que Clinton o siquiera Obama promovieran los derechos de los trabajadores, pero no emprendieron un ataque abierto a esos derechos.

Obama deportó a entre uno y dos millones de trabajadores indocumentados. Trump afirma que será aún más activo en la expulsión de inmigrantes indocumentados y su elección ha provocado miedo entre la comunidad inmigrante. Trump ha defendido abiertamente las tácticas policiales agresivas, con lo que es de esperar que la elección de Trump haga aún más arrogantes y agresivos a los policías en las comunidades negras. Trump denigra a las personas musulmanes y los peores racistas atacan a los musulmanes.

Pero esta elección tiene otra cara. Políticos sofisticados como Obama e incluso Clinton ocultan la completa decadencia del imperialismo estadounidense. La elección de Trump saca a la luz la podredumbre. Ya está reclutando su “equipo” de gobierno entre las cloacas de la política y los medios estadounidenses. No solo ha provocado un enorme temor sino también rabia. Decenas de miles de personas han salido a las calles, muchas de las cuales nunca se habían manifestado antes en su vida. Ahora saben que no pueden seguir siendo neutrales. Se han visto obligadas a tomar postura. Algunas de ellas se siente personalmente atacadas bajo la presidencia de Trump. Otras se sienten solidarias con grupos de personas que son el blanco directo de los ataques y se unirán a organizaciones que las defienden. Sea cual sea la motivación inicial, una vez que se ponen en marcha sus vidas pueden cambiar. Nuestra tarea como personas revolucionarias es dar una dirección a este cambio.

¿Cómo fue la cobertura de la campaña de Trump que hicieron los medios de comunicación dominantes? ¿Acaso Trump es el árbol que impide ver el bosque?

Hay diferentes corrientes entre lo que yo llamaría los medios de comunicación corporativos. Existen los medios de la clase dirigente: Wall Street Journal, New York Times, Washington Post, Los Angeles Times, las noticias de la radio y la televisión, y CNN y MSNBC. Hay enorme corriente de medios de extrema derecha: Fox News, los periódicos y debates por radio de Murdoch.

Al principio de la campaña de Trump tuvo gran cantidad de publicidad gratis en ambas corrientes de los medios corporativos, en parte debido a la posición de Trump como excéntrica celebridad millonaria. Su cobertura mediática reportó beneficios a los medios. Además, inyectó una buena dosis de ideología reaccionaria a la campaña. Creó una alternativa “populista” reaccionaria a la campaña de Bernie Sanders.
Esta cobertura mediática catapultó a Trump hasta convertirlo en candidato republicano. En un momento dado los medios de la clase dominante trataron de deshacer su creación. The New York Times y Washington Post le atacaron en docenas de artículos cada día. Era demasiado tarde. Los medios de derecha apoyaron a Trump durante toda la campaña.

Por lo que se refiere al futuro inmediato, lo que es seguro es que Trump es incapaz de “devolver puestos de trabajo a Estados Unidos” renegociando o rompiendo acuerdos comerciales. Los puestos de trabajo industriales han desaparecido menos a causa de la globalización que a causa del inexorable avance tecnológico de la industria capitalista. La crisis económica empeorará. El capitalismo está en un callejón sin salida. La izquierda tiene que encontrar un manera de defender a los sectores más oprimidos de la clase trabajadora; es más aún, es de estos sectores de donde saldrá el liderazgo y ellos unirán a toda la clase trabajadora primero en contra de las políticas reaccionarias de Trump y después en contra de todo el podrido sistema capitalista.

¿Qué podemos esperar de su política exterior?

De hecho, la decadencia del imperialismo estadounidense empuja a su gobierno a emprender guerras aventuradas con independencia de quién sea el presidente. Obama hizo campaña a favor de acabar con las guerras, pero ha intervenido en al menos siete países con fuerzas militares y en muchos más por medio de la subversión. Hillary Clinton es una belicista pro-Pentágono. Trump es más imprevisible, un elemento peligroso aun cuando afirma estar dispuesto a negociar con Rusia. También afirma que quiere romper los acuerdos con Irán y Cuba, e imponer aranceles a China. Tenemos que estar preparados para oponernos a nuevas guerras.

Entonces, ¿cree usted que simplemente seguirá en el mismo rumbo?

Tanto Trump como Clinton, tanto la clase dirigente republicana como la demócrata e incluso el sector de Bernie Sanders sirven a los intereses del imperialismo estadounidense. El imperialismo no es una política de un grupo de políticos, sino que es un sistema económico que significa la dominación del capital financiero. La incapacidad actual de este sistema de generar beneficios por medios relativamente pacíficos significa que esté quien esté al mando del imperialismo estadounidense soporta enormes presiones que le encaminan a la guerra.

Cualquier persona conocedora de lo que ha ocurrido en la última década sabe que Hillary Clinton apoyó todas las guerras: contra Afganistán, Iraq, Libia, Siria, la subversión contra Venezuela y otros gobiernos nacionalistas progresistas en América Latina. Si se observa atentamente se sabe que aunque Obama llegó al poder con la idea de poner fin a las intervenciones estadounidenses en Afganistán e Iraq, el Pentágono le presionó para que primero aumentara la cantidad de tropas destinadas en Afganistán y que ahora Estados Unidos ha empezado a enviar otra vez tropas a Iraq. En Siria un acuerdo temporal entre Estados Unidos y Rusia fue saboteado casi inmediatamente por un ataque militar que contaba con el apoyo de elementos del aparato de Estado estadounidense y sin duda del Pentágono.

Trump nunca ha estado involucrado en las decisiones de la política exterior estadounidense, por lo que no hay antecedentes. Lo que dijo durante la campaña electora está dirigido a lo que él creía que contribuiría a ser elegido. Puede que tenga poca o ninguna relación con lo que realmente haga una vez en el poder. En ocasiones lo que afirma al principio de una frase se contradice con lo que dice al final de la misma. Afirmó que Estados Unidos reconocería Jerusalén como capital de Israel, que rompería los acuerdos con Irán y Cuba. También afirmó que tendría una política más abierta de negociaciones con Rusia. Tengo mis dudas de que algún gobierno serio confíe en sus palabras de paz. Aquí, en nuestro pequeño movimiento procomunista, no tenemos confianza alguna en que vaya a llevar a cabo una política menos agresiva. Tenemos que construir aquí un movimiento que pueda luchar tanto contra el imperialismo estadounidense en el exterior como contra sus reaccionarias políticas en el interior.

¿Y cómo emergería este movimiento?

En el movimiento antiimperialista europeo existe cierta confusión acerca del papel de Trump. Se puede entender el Schadenfreude [regodeo malicioso] por la derrota de Clinton. Todos saben lo agresiva que es Clinton. Quizá han dado por perdida a la clase trabajadora estadounidense. Pero en Estados Unidos tenemos que desarrollar un movimiento en contra de las guerras estadounidenses. Únicamente podemos hacerlo si los sectores más oprimidos de la clase trabajadora no solo se unen a esta lucha sino que la lideran. Quienes en el extranjero se alegran de la victoria de Trump se distancian de los inmigrantes, de la población negra, de las mujeres activistas, de las personas LGBTQ, de los musulmanes, de todas aquellas personas que temen una presidencia de Trump o, mejor, están rabiosos con un presidente que “no es su presidente”.

Lo único positivo que puede venir de estos vergonzosos 18 meses de campaña burguesa es que miles de personas se han manifestado día tras día contra el nuevo presidente desde que resultara elegido. Puede que algunos estén a favor Hillary Clinton por razones equivocadas, pero la mayoría de las personas que están en la calle está en contra de Trump y de todo lo que significa. No están en la calle porque dice que va a negociar con Rusia. Quienes aquí quieren luchar contra las guerras imperialistas tienen que estar en las calles con estas personas. Están asustadas, están enfadadas, están experimentando un cambio, están reconsiderando sus ideas. Tenemos que estar con ellas para tratar de ganarlas para que luchen no solo contra el racismo, el sexismo y la xenofobia de Trump, sino contra todas las guerras imperialistas.

John Catalinotto ha militado activamente en contra de las políticas imperialistas desde la Crisis de los Misiles en octubre de 1962. Desde 1982 es director de Workers World, el último periódico procomunista que todavía se publica semanalmente en papel en Estados Unidos. Fue coorganizador del Tribunal de Crímenes de Guerra en Yugoslavia celebrado en Nueva York en junio de 2000 y del Tribunal de Crímenes de Guerra en Iraq celebrado en Nueva York en 2004, ambos junto con el International Action Center, una organización estadounidense fundada por el activista de los derechos humanos Ramsey Clark. Ha publicado y colaborado en dos libros, Metal of Dishonor about depleted uranium y Hidden Agenda: the U.S.-NATO Takeover of Yugoslavia. Está escribiendo el libro, Turn the Guns Around: Mutinies, Soldier Revolts and Revolutions.

Alex Anfruns es conferenciante, periodista y redactor jefe del medio independiente Investig'Action de Bruselas. En 2007 fue ayudante de dirección del documental Palestina, la verdad asediada. Voces por la paz (disponible con subtítulos en catalán, castellano, inglés y árabe). Entre 2009 y 2014 hizo varios viajes a Egipto y a los territorios palestinos ocupados. Desde 2015 edita cada mes Journal de Notre Amérique.

Fuente: http://www.investigaction.net/en/usa-welcome-to-the-trump-show/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.

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