martes, 15 de noviembre de 2016

La rueda pinchada de Sánchez



Fernando López Agudín

Aún no ha salido del garaje el coche de Sánchez, con el que pretende recorrer todas las federaciones socialistas según manifestó a Jordi Evole hace apenas dos semanas, y ya la gestora de Ferraz acaba de pincharle la rueda catalana del vehículo. La cita de ayer de Miquel Iceta con el gestor Fernández, sobre las relaciones orgánicas del PSC con el PSOE que Susana Díaz busca cortocuircuitar, terminó sin más acuerdo que el de aplazar la decisión. Esta rueda pinchada del automóvil del defenestrado líder del socialismo español, si no se repone en los dos meses próximos, le privaría de acudir a Cataluña donde el no es no es casi unánime. Luego, si Sánchez no puede cruzar el Ebro, además de Despañapedro, como lo denominan desde su defenestración, estas dos principales federaciones quedarían borradas de su circuito. En una por pincharle la rueda, en la otra por ponerle bastones bajo las ruedas.

Es el derecho a voto de todos los 18.000 militantes del PSC el principal punto de discordia. Como no pueden anular las primarias, solo les cabe retrasarlas sine die, los gestores del golpe de estado intentan que el socialismo catalán pueda quedar al margen de las votaciones en el PSOE. Así, votarían todos los militantes con excepción de los catalanes, para tratar de impedir que Sánchez pueda conseguir volver a ganar las primarias. Todo lo demás es parafernalia españolista cañí en la que la folklórica lideresa se mueve bastante a gusto. Andalucía una, grande y libre o Cataluña independiente es el falso dilema con el que pretende justificar la prohibición del derecho a decidir de todos los militantes socialistas, por la sencilla razón de que si pudieran recuperar el derecho al voto en unas primarias, ella sería botada.

Luego, por el momento, se alarga el estado de excepción en el PSOE, proclamado por la gestora, unos dos meses más. Con lo que la tensión y crispación, aunque sorda y latente, va a agravarse porque no solo se prolonga la suspensión de la legalidad estatutaria sino que, además, carece de una fecha de caducidad, que siempre acompaña a todo golpe de estado que se precie. Le sobra razón a Josep Borrell cuando equipara el final de excepcionalidad impuesta hoy en el PSOE con la obra teatral de Esperando a Godot que, como en la pieza de Samuel Becket, nunca acaba llegando. No hace ninguna falta leer a Carl Schmitt para saber que un estado de excepción termina cuando el enemigo se ha rendido o ha quedado desarmado. No han llegado a donde han llegado para luego convocar unas primarias que pudiera ganar Sánchez.

¿Por qué todos lo militantes de Podemos pueden votar sobre los gobiernos, las investiduras, las políticas y los dirigentes y los del PSOE no pueden hacerlo? Esta interrogante corroe ahora a los socialistas al ver las primarias de los morados madrileños, donde Errejón e Iglesias han competido por personas interpuestas. Mientras que la gestora de Ferraz, no elegida por nadie, destituye al segundo secretario general elegido después de Borrell, también liquidado con malas artes, y ha impedido votar entre el no es no a Rajoy y el muy descarado apoyo a Rajoy encubierto con la abstención. Ese contraste entre una izquierda democrática, que debate y vota con transparencia, y otra autoritaria, que niega incluso el voto a sus militantes, es sencillamente letal para el PSOE. No es extraño que la mitad de su electorado del 26 de junio, más de dos millones de electores, se hayan ido a la abstención como una estación transitoria entre la probable ida a otra sigla o la improbable vuelta a la misma.

Al pinchar la rueda catalana del coche de Sánchez se alinean, una vez más, con la política de Rajoy de dinamitar puentes entre la sociedad catalana y la española. Despedir a García Margallo, que tendía la mano a los catalanes, e insistir en la vía leguleya de la vice Soraya, que tiende a empapelar el nacionalismo, va a la par con el no del gestor Fernández a las muy sensatas propuestas de Miquel Iceta. En vez de proponer una alternativa democrática a la enrevesada cuestión nacional, el PSOE marca el paso de la oca judicial marcada por los tambores de la Moncloa. Es literalmente suicida. Puede que además de pincharle el neumático dejen tuerto a Pedro Sánchez, pero al caro precio de quedarse ciegos ellos mismos e inmóvil al Estado español. ¿Qué futuro puede aguardar tanto al PSOE como a toda España si nadie evita el choque de trenes?

Es inevitable. Es bien sabido, se empieza con los recortes sociales– iniciados por Zapatero, continuados por Rajoy y multiplicados por Rajoy bis- y se termina con los recortes políticos. Bien sea sociales, la prohibición de votar a los militantes del PSOE, bien territoriales, la prohibición de votar a los catalanes sobre Cataluña. Que toda la derecha española, que viene de donde viene, sea proclive a este tipo de democracia recortada de España, o a la soberanía muy limitada de todos los españoles, tiene una gran coherencia política, económica, ideológica e histórica; ninguna, desde luego, para que un partido que se reclame de la izquierda vaya a remolque de esta muy insensata política. Si Ferraz lo consultara a los militantes socialistas, no podrían hacerlo. Si la gestora catalana que precedió a las recientes primarias del PSC las convocó 20 días después de constituirse, ¿por qué 45 días después de su constitución la gestora del PSOE no devuelve la palabra y el voto a sus militantes?

Fernando López Agudín
Fuente: Público.es

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