Joaquín Sabina y Javier Krahe |
Jacinto Morano
Diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid y abogado laboralista
En 1986, durante un concierto emitido en directo por RTVE de Joaquín Sabina las cámaras dejaron, súbitamente, de enfocar al escenario y de grabar la actuación. ¿El motivo? El cantautor de Linares había invitado a cantar al inolvidable Javier Krahe su canción Cuervo Ingenuo, que afeaba al gobierno de mayoría absoluta y fanfarria de Felipe González su actitud de haber cambiado de opinión: del OTAN de entrada NO al en interés de España Sí. Ya se sabe: hombre blanco hablar con lengua de serpiente.
Krahe nos dejó, pero su jefe indio tendría que seguir diciendo que cuervo ingenuo no fumar la pipa de la paz con tú. En el debate a cuatro previo a las elecciones generales Pedro Sánchez, haciendo un alarde de contundencia de esos a los que no nos tiene acostumbrados espetó a Albert Rivera: El contrato único es el despido libre. Tres minutos escasos después de afirmar que proponía “derogar la reforma laboral, completa, entera”. No han pasado ni tres meses y, en el acuerdo de no-investidura que ha hecho público, precisamente con Albert Rivera, lo que antes ser muy mal, permanecer todo igual y hoy resultar excelente. Nada, por supuesto, de derogación de la reforma laboral, ahí siguen prácticamente incólumes (con mínimos matices que avergonzarían a cualquier militante socialista de los que hizo huelga contra la gran agresión a los derechos de los trabajadores y trabajadoras que fue la reforma) todos sus ejes centrales: preferencia del convenio de empresa, fin de la ultraactividad indefinida de los acuerdos colectivos, objetivación y automatización de las causas de despido objetivo, abaratamiento del despido improcedente, fin de la autorización administrativa en los EREs… Y con todo y con eso: el contrato único.
Puesto que contrato único y no otra cosa es el contrato estable y progresivo para la cobertura de puestos de trabajo de duración determinada. (SIC) Hasta ahora la legislación española mantenía que todo contrato era indefinido salvo excepciones, salvo que existieran causas que justificaran otro tipo de contratación: esto es, una actividad no habitual en el seno de la empresa (contrato de obra o servicio determinado) o picos de producción que hicieran necesitar mano de obra de forma coyuntural (contrato eventual por causas de la producción). Estos contratos a su finalización tenían tres posibles indemnizaciones a su finalización: la de doce días por año trabajado cuando finalizaba la causa que lo justificó (la obra o servicio determinado o el pico de actividad), la de veinte días (como los indefinidos) si se finalizaba su contrato por otra causa objetiva justificada o treinta y tres días (como los indefinidos) si se les despedía de forma improcedente.
Pues, si prospera la propuesta de no-investidura, esto se acabó. Ahora no habrá más causa de la contratación temporal que la voluntad del empresario, aunque el puesto sea esencialmente y por su naturaleza propio de la empresa. Se acabó el derecho de ir al juzgado a reclamar que el contrato temporal lo era fraudulentamente. Durante el primer año, si se despide por causa justificada 12 días de indemnización (8 días menos que antes) El segundo año la cosa sube un poco, a 16, 4 días por debajo de lo actual. Despido más barato para todos y todas. Es curioso cómo se pretende reducir la precariedad empeorando los derechos de los precarios, probablemente lo que se quiera es reducir la precariedad, pero reducirla a miseria.
La cosa era peor en la primera versión del acuerdo, puesto que se reducían, también, las indemnizaciones por despido improcedente. Tras un giro insospechado y acusar de mentir a quien decía que abarataban el despido, volvieron a la situación actual. Es decir, volvieron a estar reducidas a treinta y tres días por año trabajado con respecto a los cuarenta y cinco días que había antes que el PP y que el PSOE tanto combatía. Pero no se preocupen, que esto se va a aplicar poco, dado que el propio acuerdo fija que las causas del despido objetivo (el de la indemnización menor) se van a definir y concretar más, estableciendo un automatismo (caída de ingresos, bajada de actividad) entre una situación empresarial y el despido. Precisamente lo mismo que hizo Rajoy en 2012.
Ese contrato, nos dirán, luego se convertirá en indefinido. ¿Por qué?¿Por qué no sustituir al trabajador o trabajadora por otro precario o precaria que vuelva a empezar el ciclo con despido más barato? ¿Por qué alargar dos años esta contratación, incluso, si sale más a cuenta volver a empezar? Callada por respuesta.
Pero bueno, único no es el contrato, porque sigue habiendo la posibilidad de hacer, desde el principio, contratos indefinidos. Posibilidad que el propio acuerdo desincentiva, porque establece bonus en las cotizaciones para la conversión de contratos temporales de estos nuevos en indefinidos después del segundo año frente a contratar desde el principio como indefinido.
Pero no acaba ahí el chiste malo. Ni mucho menos. El sello de FAES se hace notar y resulta que estas mermadas indemnizaciones, ni siquiera va a tener que pagarlas el empresario. Se va a crear un fondo de cotización (sistema austriaco) de indemnización por despido, de tal manera que el empresario individual, en el momento del despido se va a encontrar con que, 8 días de la indemnización que corresponda, no los va a tener que pagar él, sino un fondo público (como el FOGASA) financiado con cotizaciones (¿patronales y obreras?). Sí, sí, han oído bien, el despido objetivo de los trabajadores temporales durante el primer año le va a costar al empresario… 4 DÍAS DE SALARIO. Se nos dirá que el trabajador percibirá lo mismo, pero, aparte de que no es verdad, medidas como estas (que el PP eliminó, pero que ya existían) ponen en duda una de las funciones de las indemnizaciones por despido, además de compensar al trabajador: desincentivar la extinción del contrato de trabajo.
Felipe González tardó cuatro años en olvidarse de su cosa de la OTAN. Pedro Sánchez no ha tardado ni dos meses en olvidarse de la Reforma Laboral. Pareciera que a la lengua de serpiente se ha sumado una memoria de pez. Y lo peor es que esto no ha pasado para llegar al gobierno, porque este pacto no lleva al gobierno (salvo que alguien esté engrasando una gran coalición encubierta con el PP) y se hace en un momento en que la mayoría de la cámara está compuesta por partidos que se opusieron a la Reforma Laboral, que apoyaron huelgas contra ella. Es decir, no se hace por necesidad, se hace por preferencia.
Esperemos que tras la no investidura vuelva a haber memoria de pez, pero por una vez en sentido inverso, y el PSOE se olvide de este acuerdo e intente, de verdad, conformar una mayoría de progreso para hacer cosas tan elementales como eliminar de nuestras vidas medidas que llevamos cuatro años diciendo que son malas.
Si no, pues volviendo a Krahe: tú mucho partido, pero ¿es Socialista, es Obrero? o ¿es español solamente?
Pues tampoco, 100 %, porque germano también. El techo de déficit se cumple, porque una cosa es no cumplir con tus votantes o con los trabajadores y trabajadoras de España y otra no cumplir con Merkel. Hasta ahí podríamos llegar.
Fuente: Público.es
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