Por Víctor Lemes
Los sofistas fueron pensadores que desarrollaron su actividad en la Atenas democrática del siglo V a de C. Se caracterizaban por la retórica, sus formalismos y sus trampas dialécticas. Persuadían al oyente para poder convertir en sólidos los argumentos más débiles con razonamientos engañosos, sabiendo que no se está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. A veces incluso entre ellos se cambiaban roles y puntos de vista y tenían que defender primero uno y luego otro.
Pues todo eso fue lo que detecté en Antonio Hernando en el debate de investidura del Jueves, donde le llevaba totalmente la contraria al Antonio Hernando de hace un mes. Un Hernando que sentenciaba por activa y por pasiva que NO era NO, que “abstenerse para que gobernara Rajoy sería traicionar al electorado” y con una contundencia que daba hasta sensación de veracidad.
En una película de ciencia ficción yo lo visualizaría de la siguiente manera: Antonio Hernando convencido en Septiembre del 2016 se encuentra con su Yo del futuro de Octubre del 2016 y discute consigo mismo, y se convence llevándose la contraria. Y aquel que tanto se empeñaba en el “creednos, de verdad, nunca haríamos semejante traición” hoy se empeña en el “creednos, que ésto es lo mejor para el país”. Estoy seguro de que si alguien le hiciera la sencillísima pregunta de “Antonio, ¿ha cambiado usted de opinión?” diría que No, con sofismas y circunloquios.
¿Qué vale más? ¿Las circunstancias o la palabra? ¿Se podría creer hoy a algún partido político teniendo en cuenta esta premisa? Ni siquiera profundizaré en la impotente decepción que tendrán tantos votantes del PSOE al ver que su voto del NO a Rajoy se ha convertido en un SÍ con caras tristes para fingir que su balanza no tiende más a la derecha que a aliarse con un partido de izquierda. Ni siquiera hablaré de la espeluznante y organiazada intrahistoria que puede haber dentro del partido para haberse cargado a Pedro Sánchez de esa forma. Tampoco hablaré de la división que habrá a la hora de votar en la investidura. Creo que lo más importante y peligroso aquí es que algunos de nuestros políticos son sofistas despiadados, y eso se acaba de demostrar de una manera extremadamente llamativa.
Entiendo que se pueda cambiar de opinión en la vida, todos lo hacemos, y es síntoma incluso de humildad, de hecho, no cambiar, a veces es síntoma de arrogancia feroz; pero cuando es en un espacio de tiempo muy corto y cuando ya has evenenado y embelesado a tus seguidores a tu merced y los has conducido a tu opinión, ahí es cuando es peligroso; ahí es cuando se llama Estafa.
Sólo le haría dos preguntas al señor Hernando: “¿Usted se cree?” y “¿Está de acuerdo consigo mismo?” aunque me temo que su respuesta a estas alturas daría igual y sería de todo menos válida.
Flaco favor le ha hecho el PSOE a la incansable lucha feminista que sí lleva por bandera el NOesNO a la hora de los abusos, porque ahora este Partido (en 2 o en 30) acaba de dejar patente que su “NO” es un “veeenga, vaale, pero sin mi consentimiento”. Y ahí vendrá el PP a violar, y el PSOE a denunciar la violación desde la “oposición responsable”.
Víctor Lemes
Fuente: Diario16
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