Aníbal Malvar
Prosigue El País esta semana con la delicada tarea de convencernos de que el PSOE ha rendido servicio a España postrándose a los pies del partido político más corrupto de Europa. Hasta el punto de que este viernes, tras la primera sesión de investidura, nos amanecía asegurando en su titular principal de portada que “Rajoy hace la primera cesión al PSOE y retira la reválida”. La pena es que, hace apenas una semana, la diputada ciudadana Marta Martín ya nos explicaba en el Congreso que habían llegado a un acuerdo con el PP que garantizaba que “la reválida no tendría carácter académico y la titulación no dependería o no de esa prueba diagnóstica final”. Cito desde El País, de un artículo firmado por el periodista Juan José Mateo y publicado este 21 de octubre. Mañana leeremos en el periódico de Felipe González y Juan Luis Cebrián que el PP se humilla ante las exigencias del PSOE y atrasará este domingo los relojes para que la gestora tenga más tiempo de llorar, como Boabdil, la entrega de la Moncloa.
Me dicen mis amigos y enemigos que últimamente estoy atizándole mucho a El País, y yo les respondo que no: que es El País el que está atizándonos a nosotros. Con manipulaciones tan infectas que, si se tratara de un restaurante, no pasaría la más leve inspección de sanidad.
Ese mismo ayer del titular de la reválida, para más coña, el escritor y diplomático Carles Casajuana nos ilustraba sobre los efectos perniciosos sobre la sociedad de eso que llamamos periódicos digitales, que son los que escribimos con los dedos y no con el corazón en Panamá. Qué poco románticos.
Nos advertía sin demasiada diplomacia Casajuana contra “la proliferación actual de periódicos digitales gratuitos, el protagonismo de las redes sociales y la caída del nivel de calidad de la información periodística a caballo de las nuevas tecnologías”.
Continuaba explicando el atribulado autor que “antes, el mundo de la información era vertical: la autoridad de los grandes medios de comunicación marcaba la pauta. Ahora, es horizontal. Se ha democratizado, y los lectores, armados con sus móviles y sus ordenadores portátiles, pueden hacer frente al poder de los medios de comunicación. Sobre el papel, esto es positivo, pero el resultado práctico es que la calidad de la información se deteriora y que la prensa cada vez tiene más dificultades para desempeñar el papel de fiscalización de los poderes establecidos y de articulación del debate público que le corresponde en una sociedad democrática. Sin una información fiable, sin unos hechos básicos que no sean objeto de distorsión y de disputa, la libertad de opinión opera en falso y la democracia se degrada”. Qué miedo.
Un día antes de leer estas deliciosas prosas, el juzgado número 2 de Madrid había condenado al periódico de Prisa a rectificar una información en la que acusaban al colectivo madrileño Distrito 14 de ser “un grupo de jóvenes violentos” disfrazados de monjitas “en defensa de los pobres y desahuciados” para perpetrar sus fechorías. Les atribuía el diario las hazañas de haber reventado la dentadura a una chica y de haber apuñalado a un joven durante una manifestación. Todo falso, Casajuana. Todo ensuciado de adjetivos para dañar al equipo de Manuela Carmena, pues en su momento defendió el pacifismo y buen hacer de los chavales.
Por seguir con el tema de la “información fiable” que Casajuana solo encuentra en el papel, al lado de su brillante página de denuncia escribía Javier Ayuso –ex portavoz de la Casa del Rey metido a opinador demócrata— un muy objetivo artículo en el que fantaseaba con la imagen de un ujier del Congreso acercándose este sábado al escaño de Pablo Iglesias: “Señoría, han llegado los manifestantes”.
El resto del relato es algo menos ingenioso (ese día Ayuso no repasó a Oscar Wilde), pero no exento de ese rigor con el que el papel tiñe su periodismo de datos: “Una vez fuera, el grupo encabezado por Pablo Iglesias y Alberto Garzón se acercará a la Plaza de Neptuno y saludará a no se sabe quién. La protesta (bajo el lema de “ante el golpe de la mafia, democracia; no a una investidura ilegítima”), ha sido convocada por la Coordinadora 25-S, que incluye a diversos grupos sociales y políticos (incluidos Bildu e Izquierda Castellana) y aunque no conste el apoyo de Podemos, cuenta con su simpatía como han declarado sus líderes”.
No desentona este artículo de El País con cualquier otro de nuestra fidedigna y cabal prensa ultramontana. Por ejemplo, Luis Ventoso en un ABC de esta semana de cuya fecha no quiero acordarme: “En las acampadas de Sol no veías a parados con hijos al cargo, los grandes sufridores. Los que mayormente poblaban las tiendas Quechua eran estudiantes burgueses, muchos pegados con Súper Glue al mullido sofá paterno”.
Dejen ustedes de leer esta bazofia digital y bájense al kiosko a comprar los periódicos de papel. Da igual uno que otro. Todos les ofrecerán un antídoto para que dejen ustedes de votar a tontas y a locas, con datos y opiniones fiables, y con una independencia fuera de toda duda. Quod erat demonstrandum, que es que sois una banda.
Aníbal Malvar
Fuente: Público.es
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