Dossier
Yanis Varoufakis
Mariana Mazzucato
1) Yanis Varoufakis: ¿Deberíamos tener miedo? Sí
Los mercados monetarios dieron la bienvenida al Nuevo Año con atípica pesadumbre. Con buenos motivos. Aun antes de que los mercados chinos entraran en espasmo el pasado año, el ingreso global (medida en dólares) declinó por vez primera desde 2009. Los oscuros nubarrones se hicieron más oscuros, cuando saltó la noticia de que las empresas chinas andan ansiosas de préstamos en remnimbis para poder pagar sus deudas en dólares, en una carrera contrarreloj antes de que una crisis del dólar se las lleve por delante. La potencial pérdida de control, por parte de Pekín, sobre su cambio de divisas suscitó el miedo a una debilitante guerra de divisas no declarada.
¿Se corre el peligro de otro 2008? Aunque eso no se puede saber, el peligro de una nueva recesión es claro y manifiesto.
Antes de 2008, los déficits gemelos norteamericanos se hallaban en un equilibrio inestable al absorber hacia EEUU las exportaciones netas mundiales y el capital excedente necesario para financiarlas. Ese extraño mecanismo de reciclaje, así como los flujos de capital hacia Wall Street que generaba, permitió el frenesí de financiarización que turboalimentó la deuda privada. Cuando sus burbujas estallaron, el sector financiero había tenido ya una experiencia a par de muerte, y la Gran Recesión estaba ya con nosotros.
Además del “generoso” contribuyente y de los enérgicos banqueros centrales, fueron las economías emergentes las que ayudaron a substituir parte de la demanda agregada que había “perdido” Occidente. Aprovechándose de los tipos de interés estadounidenses a cero y realizando operaciones bancarias fundadas en la creencia de que el dólar seguiría depreciándose, las empresas chinas, brasileñas, etc. tomaron a préstamo más de cuatro billones de dólares (véase el informe del Bank for International Settlements).
Ahora el capitalismo global se ve amenazado por un montañoso mercado emergente de deuda del sector privado (y por la probabilidad de una sucesión de quiebras, a medida que suban los tipos de interés y caiga el remnimbi). Si esto ocurre, ¿pueden esperar las economías emergentes que Occidente haga de contrapeso equilibrante del capitalismo global, como hicieron ellas en 2008?
¡De ningún modo! Los precios de los activos financieros occidentales y la herencia de la deuda pública que siguió a los rescates bancarios están en alturas históricas, la Europa austeritaria sigue siendo una exportadora de deflación y el poco crecimiento generado (por ejemplo, en España, en Portugal y en Irlanda) he venido de más endeudamiento privado. Por último, pero no menos importante, más de cuatro billones de dólares de ahorro andan brujuleando por las instituciones financieras occidentales, renuentes a ser invertidos en actividades capaces de producir los ingresos necesarios para devolver las deudas privadas y públicas.
¿Hay que tener miedo? Desde luego que sí. ¿Es inevitable un nuevo 2008 a la vuelta de la esquina? En economía política, nada es inevitable. Salvo la determinación nuestras clases políticas a optar por el negacionismo interesado, si la prevención de crisis prevenibles les cuesta la aprobación de los poderosos.
2) Mariana Mazzucato: La economía global se halla en una situación desesperada
La crisis de 2008 fue causada por una excesiva deuda privada. Una causa clave de ese incremento fue el estancamiento de los ingresos reales, de modo que el crédito se usó para mantener los niveles de vida. Lejos de curar la causa de eso, el grueso de las “reformas” luego de la crisis se centraron en la reducción de los niveles de deuda pública. Y a medida que avanzaba la austeridad, la deuda pública seguía creciendo debido a los efectos de la caída del crecimiento económico en la recaudación tributaria.
Aunque la economía no está en vía de desplome, sigue en su espiral bajista: los niveles de deuda personal andan cerca de los de 2008, la falta de inversión ha causado ha hecho flaquear a los ingresos y los cambios registrados en los precios de las materias primas han venido a revelar los desbalances de unas economías demasiado dependientes de los recursos naturales.
El mayor problema es que el sector financiero no está trabajando para la economía real, sino contra ella. En la cúspide de todo eso, las empresas están cada vez más financiarizadas y centradas en actividades como la recompra de participaciones para disparar al alza las opciones de acciones y la remuneración de los ejecutivos, en vez de dedicarse a la inversión.
La economía global se halla en una situación desesperada como resultado de pésimas decisiones, tanto de los gobiernos como del mundo de los negocios
Fuente original:
http://yanisvaroufakis.eu/2016/01/29/are-we-heading-for-a-crash-the-guardian/
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