miércoles, 3 de febrero de 2016

Sánchez toma la delantera




La investidura se presenta muy complicada, pero es la primera vez que el PSOE tiene la iniciativa política desde el 12 de mayo del 2010, fecha en la que Zapatero renunció a su política ante el agravamiento de la crisis

 
 
Enric Juliana, Madrid
 
El Rey sigue el “orden natural”.
Declinado por voluntad propia Mariano Rajoy, el jefe del Estado encarga a Pedro Sánchez que intente la investidura. Caras largas en Sevilla y en la hermandad de viejas glorias del socialismo español. Electricidad en Podemos, que puede poner condiciones, pero también corre el riesgo de aparecer como responsable del bloqueo si las cosas se tuercen. Suarismo y temor a nuevas elecciones en Ciudadanos. Silencio del Partido Nacionalista Vasco, que tiene la llave maestra. Los soberanistas catalanes, alejados, no acaban de hallar un lenguaje para la nueva situación. Un enorme cansancio en el rostro de Mariano Rajoy. Sánchez obtiene la iniciativa. Tiene tres o cuatro semanas para amasarla.
El Rey le dijo hace doce días al diputado valenciano Joan Baldoví que iba a seguir el “orden natural” y planteó el encargo al líder del partido más votado. Mariano Rajoy declinó –sin renunciar a su candidatura–, por miedo a quemarse en un debate perdido de antemano, y para azuzar las graves contradicciones en el interior del PSOE. Sánchez, quémate, tú. El asesinato en el Comité Federal era posible. Y aún lo sigue siendo. Pedro Sánchez podía ser despedazado por los barones meridionales, por el secretario general perpetuo F elipe González, por la animadversión de José Luis Rodríguez Zapatero, por el glacial silencio de Alfredo Pérez Rubalcaba, y por los editorialistas del diario El País, que cuando se enfadan comparan el actual PSOE con la CUP. Todos estos dientes de acero, estimulados por la electricidad leninista de Pablo Iglesias, podrían haber triturado al economista Pedro Sánchez Pérez-Castejón, pero el joven secretario general salió vivo del Comité Federal del pasado fin de semana. Salió vivo, porque no le podían matar. Si le hundían, hundían al PSOE. Hubo una intercesión levantina.
A Sánchez se le apareció la semana pasada la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad de Valencia. El último y monumental escándalo en el Partido Popular valenciano encanece a Rajoy e introduce arena en los poderosos engranajes madrileños que trabajan sin descanso en favor de la gran coalición. La coyuntura viró hace ocho días –el martes 26 de enero– a favor de Sánchez. No podían matarle en el comité federal. Felipe González habló y no le paró. El césar emérito mantuvo el pulgar en horizontal: “Dejadle hacer, a ver a donde llega”. Sánchez seguía vivo, Rajoy se mantenía declinante –encanecido por el suceso de Valencia–, y el Rey, prudente, se había comprometido a seguir el “orden natural”. En ese orden, después del primero, viene el segundo.
Así surgió el encargo a Sánchez, anunciado anoche, al filo de las ocho, por el presidente del Congreso, Patxi López. El encargo es difícil. Muy difícil. Casi imposible. Un fracaso podría fulminar a Sánchez y dejar todavía más maltrecho al PSOE. Habrá emboscadas.
El encargo, sin embargo, es una fuente de iniciativa política. El PSOE no tenía la iniciativa en España desde el día 12 de mayo del 2010, cuando un Rodríguez Zapatero taciturno acudió al Congreso para renunciar a su política económica, presionado por los poderes internacionales ante el desbocado aumento del déficit público español. Desde entonces, el PSOE no ha vuelto a tener la batuta en España. Sánchez la acaba de recuperar y la mitad de su partido quiere liquidarle. El PSOE no es la CUP. Es algo más extraño.
La explotación de la iniciativa. Esa es la clave. Sánchez habló anoche con tonos presidenciales. Rivera, suarista y más alejado del PP –del PP de Rajoy–, busca que no le caiga encima la repetición electoral. Iglesias, eléctrico, eléctrico, insiste en un gobierno PSOE-Podemos-IU con apoyos parlamentarios. Y rechaza a Ciudadanos. El partisano Iglesias podría verse obligado a elegir en las próximas semanas entre la pulsión leninista y un cierto regreso al eurocomunismo. Sabe que sus amigos en Atenas y Lisboa quieren gobierno de cambio en España. Izquierda Unida va a por el pacto. El PNV, silencioso y expectante. El soberanismo catalán, lejos, lejos. Sin lenguaje para este momento. Francesc Homs, investigado por la fiscalía por la consulta del 9 de Noviembre. Mariano Rajoy, con la mirada cansada. No hay que darle por muerto, pero en estos momentos ha perdido la iniciativa. Por primera vez desde mayo del 2010.
Author Img Enric Juliana
Fuente: La Vanguardia

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