La imagen de Sanders sigue siendo un punto fuerte entre los jóvenes más progresistas (Frederic J. Brown / AFP) |
Bernie Sanders ha ganado esta noche en las primarias demócratas de Virginia Occidental lo que le va a permitir mantener el pulso con Hillary Clinton,
pese a la ventaja en delegados que le saca la ex secretaria de Estado.
El viejo senador de Vermont que se define como “un socialista
democrático” y propone una “revolución política” en Estados Unidos
reconoce que “la carrera hace subida pero vamos a mantener la lucha
hasta el último voto y hasta el último minuto”.
Teniendo en cuenta que para superar a Clinton, Sanders debería ganar en todos los estados que no han celebrado primarias con un 70% de los votos, algo que a día de hoy parece imposible, el resultado de Virginia Occidental tiene más importancia por el perjuicio que inflige a la candidata en su batalla frente al virtual candidato republicano, Donald Trump.
El magnate inmobiliario, sin rivales, sigue su paseo triunfal apuntándose ahora la victoria en Virginia Occidental con más del 70% de los votos y probablemente también en Nebraska, un estado que también celebraba hoy primarias republicanas, y donde Trump no partía como favorito en los sondeos antes de la renuncia de sus contrincantes. Eso le permitirá acumular más rápidamente los delegados que necesita para proclamarse oficialmente candidato.
El equipo de campaña de Hillary Clinton se pregunta ahora cómo se pueden tener dos rivales a la vez y no acabar locos. La aspirante demócrata pretende ser la primera mujer presidenta de Estados Unidos pero a ser posible sin morir en el intento, y sus estrategas, mayoritariamente hombres, están al borde de un ataque de nervios, porque, de repente, se han visto asediados por todos los flancos. Bernie Sanders y Donald Trump son dos hombres distintos y distantes que ahora mismo comparten el mismo objetivo: vencer a Hillary Clinton.
Ocurre que Donald Trump se ha convertido en el virtual candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos antes de lo previsto y Hillary Clinton está tardando más de lo previsto en proclamarse candidata demócrata, porque su contrincante Bernie Sanders no sólo no da su brazo a torcer, sino que se ha vuelto cada día más beligerante con la ex primera dama. Así que Clinton se encuentra atrapada en medio de un fuego cruzado que le está ocasionando un desgaste político enorme. “Cada dólar que gasta y cada vez que tiene que defenderse de un ataque o responder a una acusación de Sanders, es tiempo y dinero que no dedica a combatir a Trump”, lamentaba en Politico Joe Trippi, un estratega demócrata.
La cuestión es que siendo Clinton la favorita para la presidencia, los sondeos no la ubican en su mejor momento ni le pronostican nada bueno. De entrada le atribuyen varias derrotas seguidas frente a Sanders, hoy en Virginia Occidental y la semana que viene en Oregon. Son victorias pírricas de Sanders que no amenazan en absoluto la nominación de Clinton, pero el impacto psicológico de una derrota tras otra sí adquiere mayor importancia cada día. Donald Trump no desaprovecha subrayar la debilidad política que supone perder frente a un senador de 74 años que se declara socialista. Pero a partir de ahora el problema para Clinton se hace mucho mayor porque mientras Trump realiza un paseo triunfal por los estados que todavía celebran primarias alimentando su imagen como ganador, Clinton se las ve y se las desea para aparecer ante el electorado como la garantía de que Trump no será el 45º presidente de Estados Unidos. Los sondeos de ámbito nacional señalan que Trump sigue acortando distancias respecto a Clinton, pero ella aún le saca más de seis puntos. Más preocupantes le resultan tres sondeos en tres estados clave publicados ayer por la Quinnipiac University, según los cuales Clinton perdería con Trump por cuatro puntos en Ohio y su ventaja es de sólo un punto en Florida y Pensilvania. Y a todo ello hay que añadir que en todos los sondeos sin excepción Bernie Sanders aparece como un vencedor mucho más claro sobre Trump con una ventaja promedio de 13 puntos sobre el magnate de Nueva York.
Para colmo, la única noticia relacionada con Hillary Clinton que podría considerarse positiva de cara a su campaña, también resulta envenenada. Es la candidata que mayor recaudación ha conseguido en Wall Street. Y no sólo de financieros demócratas o centristas.También reconocidos hombres de negocios que apoyaron a Jeb Bush o Marco Rubio han decidido apostar ahora por la candidata demócrata, que les inspira mayor confianza que Trump. Según The Wall Street Journal, Clinton ha recibido hasta ahora el 53% de las donaciones del mundo financiero, mientras que Trump apenas llega al 1% y Sanders las rechaza. Rápidamente Trump ha elogiado a Sanders por ser el primero en denunciar que “Hillary Clinton está totalmente controlada por la gente del dinero y de Wall Street”. Pero como al magnate nadie le exige coherencia, después de decir eso y de presumir durante las primarias que él autofinanciaba su campaña, ha contratado a un exempleado de Goldman Sachs como recaudador de fondos. Dice que para ganar a Clinton necesitará 1.500 millones de dólares.
Teniendo en cuenta que para superar a Clinton, Sanders debería ganar en todos los estados que no han celebrado primarias con un 70% de los votos, algo que a día de hoy parece imposible, el resultado de Virginia Occidental tiene más importancia por el perjuicio que inflige a la candidata en su batalla frente al virtual candidato republicano, Donald Trump.
El magnate inmobiliario, sin rivales, sigue su paseo triunfal apuntándose ahora la victoria en Virginia Occidental con más del 70% de los votos y probablemente también en Nebraska, un estado que también celebraba hoy primarias republicanas, y donde Trump no partía como favorito en los sondeos antes de la renuncia de sus contrincantes. Eso le permitirá acumular más rápidamente los delegados que necesita para proclamarse oficialmente candidato.
El equipo de campaña de Hillary Clinton se pregunta ahora cómo se pueden tener dos rivales a la vez y no acabar locos. La aspirante demócrata pretende ser la primera mujer presidenta de Estados Unidos pero a ser posible sin morir en el intento, y sus estrategas, mayoritariamente hombres, están al borde de un ataque de nervios, porque, de repente, se han visto asediados por todos los flancos. Bernie Sanders y Donald Trump son dos hombres distintos y distantes que ahora mismo comparten el mismo objetivo: vencer a Hillary Clinton.
Ocurre que Donald Trump se ha convertido en el virtual candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos antes de lo previsto y Hillary Clinton está tardando más de lo previsto en proclamarse candidata demócrata, porque su contrincante Bernie Sanders no sólo no da su brazo a torcer, sino que se ha vuelto cada día más beligerante con la ex primera dama. Así que Clinton se encuentra atrapada en medio de un fuego cruzado que le está ocasionando un desgaste político enorme. “Cada dólar que gasta y cada vez que tiene que defenderse de un ataque o responder a una acusación de Sanders, es tiempo y dinero que no dedica a combatir a Trump”, lamentaba en Politico Joe Trippi, un estratega demócrata.
La cuestión es que siendo Clinton la favorita para la presidencia, los sondeos no la ubican en su mejor momento ni le pronostican nada bueno. De entrada le atribuyen varias derrotas seguidas frente a Sanders, hoy en Virginia Occidental y la semana que viene en Oregon. Son victorias pírricas de Sanders que no amenazan en absoluto la nominación de Clinton, pero el impacto psicológico de una derrota tras otra sí adquiere mayor importancia cada día. Donald Trump no desaprovecha subrayar la debilidad política que supone perder frente a un senador de 74 años que se declara socialista. Pero a partir de ahora el problema para Clinton se hace mucho mayor porque mientras Trump realiza un paseo triunfal por los estados que todavía celebran primarias alimentando su imagen como ganador, Clinton se las ve y se las desea para aparecer ante el electorado como la garantía de que Trump no será el 45º presidente de Estados Unidos. Los sondeos de ámbito nacional señalan que Trump sigue acortando distancias respecto a Clinton, pero ella aún le saca más de seis puntos. Más preocupantes le resultan tres sondeos en tres estados clave publicados ayer por la Quinnipiac University, según los cuales Clinton perdería con Trump por cuatro puntos en Ohio y su ventaja es de sólo un punto en Florida y Pensilvania. Y a todo ello hay que añadir que en todos los sondeos sin excepción Bernie Sanders aparece como un vencedor mucho más claro sobre Trump con una ventaja promedio de 13 puntos sobre el magnate de Nueva York.
Para colmo, la única noticia relacionada con Hillary Clinton que podría considerarse positiva de cara a su campaña, también resulta envenenada. Es la candidata que mayor recaudación ha conseguido en Wall Street. Y no sólo de financieros demócratas o centristas.También reconocidos hombres de negocios que apoyaron a Jeb Bush o Marco Rubio han decidido apostar ahora por la candidata demócrata, que les inspira mayor confianza que Trump. Según The Wall Street Journal, Clinton ha recibido hasta ahora el 53% de las donaciones del mundo financiero, mientras que Trump apenas llega al 1% y Sanders las rechaza. Rápidamente Trump ha elogiado a Sanders por ser el primero en denunciar que “Hillary Clinton está totalmente controlada por la gente del dinero y de Wall Street”. Pero como al magnate nadie le exige coherencia, después de decir eso y de presumir durante las primarias que él autofinanciaba su campaña, ha contratado a un exempleado de Goldman Sachs como recaudador de fondos. Dice que para ganar a Clinton necesitará 1.500 millones de dólares.
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