miércoles, 25 de mayo de 2016

Hacia el fin de las negociaciones de Ginebra


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Reunión del Grupo Internacional de apoyo a Siria, en Viena, el 17 de mayo de 2016.



por Thierry Meyssan
Washington y Moscú han logrado mantener su acuerdo sobre Siria luego de que John Kerry garantizara a su homólogo ruso que la entrega de armas del Pentágono al Emirato Islámico y al-Qaeda, en abril, fue resultado de un viejo programa que ha sido cancelado. Nos dirigimos ahora hacia el fin de las negociaciones de Ginebra y la reanudación de las discusiones intersirias sin los pro-sauditas y con la incorporación de los kurdos.

Sigue siendo confusa la implicación estadounidense en Siria. A pesar de que John Kerry había negociado un cese de hostilidades y de que Rusia había retirado sus bombarderos, Turquía –país miembro de la OTAN– prosiguió sus acciones de respaldo al Emirato Islámico (Daesh).
El 8 de marzo, Rusia presentaba al Consejo de Seguridad de la ONU un informe que acusaba a Ankara de controlar el tráfico de antigüedades en beneficio del Emirato Islámico [1]. El 18 de marzo, Rusia presentaba un nuevo informe que acusaba al gobierno turco de entregar armamento y municiones al Emirato Islámico [2]. En ambos casos, Turquía «refutaba totalmente» las acusaciones y acusaba a Rusia de organizar una maniobra para «desviar la atención de la comunidad internacional de las bajas civiles, el caos y la destrucción considerables causadas por el régimen sirio y las operaciones militares rusas en Siria». Pero el estado mayor ruso persistía, revelando que Ankara acababa de permitir la entrada de 9 000 yihadistas más en territorio sirio. En aquel momento se podía pensar que Turquía estaba actuando por cuenta propia, sin informar a Estados Unidos.
Pero el 7 de abril, el Departamento de Estado entregaba 2 000 toneladas de armas a los «grupos armados moderados». De esas 2 000 toneladas de armamento entregado por Estados Unidos, 500 toneladas fueron transferidas de inmediato al Frente al-Nusra (al-Qaeda) y otras 500 toneladas fueron redistribuidas al Emirato Islámico [3].
En todo caso, el apoyo de Turquía al Emirato Islámico parece haber disminuido bruscamente durante los últimos días.
Parece que, fuera de las miradas públicas, Moscú protestó airadamente y con tanta fuerza que, el 9 de mayo, John Kerry y Serguei Lavrov publicaban una declaración común [4], donde exhortan a «todos los Estados a que apliquen la resolución 2253 (2015) del Consejo de Seguridad impidiendo que se preste apoyo material o financiero de ningún tipo al Estado Islámico en Irak y el Levante (Daesh) y al Frente al-Nusra, o a cualquiera de los demás grupos designados como organizaciones terroristas por el Consejo de Seguridad, y a que impidan los intentos de esos grupos por cruzar la frontera con Siria».
Se había acordado principalmente que Washington fijaba a sus aliados una fecha límite, principios de julio, para alcanzar un acuerdo negociado en Ginebra. Más allá de esa fecha, Washington retiraría todas sus fuerzas armadas, mientras que Rusia desplegaría el portaviones Almirante Kutznesov frente a la costa de Siria para retomar, a menor escala, su campaña de bombardeos contra las organizaciones terroristas (ahora rearmadas) [5].
A pesar de lo anterior, no todo estaba definitivamente aclarado. En la ONU, rusos y estadounidenses se enfrentaron durante un violento incidente relacionado con los grupos yihadistas que se identifican como Yesh al-Islam (Ejército del Islam) y Ahrar al-Sham (Movimiento Islámico de los Hombres Libres del Levante). Moscú quería inscribirlos en la lista de «organizaciones terroristas», mientras que Washington quiere seguir considerándolos como «grupo armados moderados».
El Ejército del Islam o Yesh al-Islam es una formación pagada por Arabia Saudita y dirigida por miembros del SAS (Special Air Service, fuerzas especiales británicas). Bajo la dirección de Zahran Aluche, ese grupo armado sembró el terror en las afueras de Damasco y amenazó la capital siria durante 3 años. Su jefe, ardiente partidario de Osama ben Laden, se caracterizó por su crueldad, ordenando la decapitación de numerosos habitantes y utilizando a otros, encerrados en jaulas, como escudos humanos. Finalmente, las bombas de alto poder de penetración de la aviación rusa destruyeron el bunker subterráneo construido para proteger el estado mayor de Yesh al-Islam, causando la muerte de su jefe. Después de un periodo de indecisión, Issam el-Buaydani, uno de los 17 colaboradores cercanos a Aluche, lo reemplazó temporalmente. Pero fue rápidamente apartado para favorecer a un religioso wahabita, el jeque Abu Abdarrahman Kaaké. Este último favoreció la nominación de Mohamed Aluche, un primo de Zahran Aluche, para dirigir la delegación de la oposición pro-saudita a las negociaciones de paz inter-sirias de Ginebra. Mohamed Aluche se había dado a conocer lanzando desde los techos a sirios acusados de ser homosexuales –vale la pena recordar que la República Árabe Siria es el único Estado árabe que respeta la vida privada y que no penaliza a los homosexuales.
El otro grupo armado supuestamente moderado, el que se identifica como Ahrar al-Sham (Movimiento Islámico de los Hombres Libres del Levante) también responde a las órdenes de oficiales británicos. Al igual que el ya mencionado Yesh al-Islam, la propaganda de Ahrar al-Sham está en manos de InCoStrat [6]. El «ministro de Relaciones Exteriores» de Ahrar al-Sham, Labib al-Nahhas, viaja libremente por los países occidentales. En realidad, este individuo es británico… y miembro del MI6. El año pasado publicó una tribuna libre en el Washington Post [7] y viajó secretamente a Nueva York en diciembre de 2015 para presentar su informe directamente al estadounidense Jeffrey Feltman.
El 17 de mayo, el Grupo Internacional de Apoyo a Siria se reunía en Viena. En su declaración final [8], este Grupo cuestiona la continuación, por el Ejército Árabe Sirio, de la estrategia consistente en cercar poblados controlados por los yihadistas de «la oposición moderada». Pero lo más importante es que el Grupo valida nuevamente el conjunto de decisiones ruso-estadounidenses adoptadas durante los últimos meses, que consisten en:
- crear un mecanismo de transición común entre el gobierno sirio y todo el abanico de la oposición durante la etapa de transición;
- elaborar una nueva Constitución;
- y organizar después, sobre esa base, nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias.
Sin embargo, aunque Arabia Saudita es miembro del Grupo Internacional de Apoyo a Siria, la oposición moderada sigue rechazando esos tres puntos. Y se obstina en exigir la partida del presidente Assad y de gran parte de los altos funcionarios cristianos, chiitas y alauitas antes de la formación del mecanismo de transición. Además, esta oposición no quiere tener que enfrentarse a los actuales dirigentes sirios en el marco de elecciones democráticas.
No deja de llamar la atención el hecho que, durante la reunión de Viena, un diplomático haya declarado que su país estaba dispuesto a luchar contra al-Qaeda pero que se interrogaba sobre quién ocuparía entonces el terreno. El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, puso de relieve lo que él mismo calificó como un «lapsus»: aquel diplomático admitía de hecho que su país prefería una victoria de al-Qaeda antes que el triunfo de la República Árabe Siria. Y con ello ese país se alejaba de la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU que es convertir la lucha contra el terrorismo en el objetivo número 1.
Ese mismo día, el 17 de mayo, Terje Rod-Larsen, el representante especial del secretario general de la ONU, presentaba su último informe sobre la aplicación de la resolución 1559 y anunciaba su renuncia. Esta resolución fue redactada en 2004 –por iniciativa de Estados Unidos, Francia y Arabia Saudita– para exigir el desarme del Hezbollah libanés, que no se recondujera el mandato del presidente libanés Emile Lahoud y la retirada de la fuerza siria de paz entonces presente en el Líbano. Aunque Siria retiró sus soldados, en respuesta al clamor de la calle libanesa durante la «revolución del cedro», la resolución nunca fue aplicada. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, encargó ahora a su adjunto para Asuntos Políticos, el estadounidense Jeffrey Feltman, de asumir las funciones del señor Terje Rod-Larsen hasta finales de año. Pero numerosos observadores consideran que Jeffrey Feltman, ex embajador de Estados Unidos en Beirut, fue el verdadero redactor de la resolución 1559 y que actualmente dirige, desde Nueva York y por debajo de la mesa, la coalición militar contra Siria.
El 19 de mayo, Jeffrey Feltman participaba en una ceremonia, en París, junto a varios miembros de la oposición siria en el exterior, Burhan Ghaliun, Michel Kilo, Bassma Kodmani y Samar Yazbeck.
También en Francia, el general Benoit Puga anunció su dimisión como jefe del estado mayor particular del presidente francés Francois Hollande para pasar a la Cancillería de la Legión de Honor. Cristiano integrista, nostálgico de la monarquía y de la colonización, el general Puga es el único militar que ha sido jefe del estado mayor del presidente de Francia bajo dos presidentes sucesivos –Nicolas Sarkozy y Francois Hollande. Y dirigió personalmente las operaciones secretas de Francia en Siria –a veces yendo en contra de la opinión del estado mayor de las fuerzas armadas francesas–, utilizando en ellas oficiales de la Legión Extranjera asignados a la presidencia de la República.
Nos dirigimos inexorablemente hacia una interrupción de las negociaciones de Ginebra. Si surgiera un acuerdo entre las partes sirias presentes, dicho acuerdo no sería válido a la luz de las decisiones internacionales tomadas anteriormente, dado que el principal partido kurdo fue excluido de esas conversaciones –por iniciativa de Turquía. Es por eso que al fracaso de Ginebra debería seguir una reactivación de las negociaciones inter-sirias con las partes que sí quieren negociar –o sea, sin pro-sauditas y con la participación de los kurdos. Vendría después la formación de un mecanismo de transición con la participación de esos nuevos participantes. En el plano militar, el Ejército Árabe Sirio podría recuperar las principales ciudades del país, pero se mantendrían los combates en la frontera sirio-iraquí.

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