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Marco
Candela
Diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid
Diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid
Este jueves,
la Asamblea de Madrid dio carpetazo a la Proposición de Ley de Podemos sobre
rehabilitación de viviendas. PP y Ciudadanos se retrataron una vez más, votando
en contra de poder siquiera discutir nuestra propuesta. Planteábamos derogar un
recorte presupuestario de 2012 que hizo que 26.000 hogares dejaran de percibir
subvenciones que les correspondían para rehabilitar sus viviendas y edificios.
Se trataba de obras de primera necesidad, como la instalación de ascensores,
necesarios para las personas mayores o con movilidad reducida, la eliminación
de barreras arquitectónicas o la mejora de la eficiencia energética de las
viviendas.
Como
representantes de la soberanía popular madrileña, no queremos que nuestras
leyes se sometan a dictados que en última instancia provienen de poderes
económicos no elegidos, y que las hacen actuar en contra de los intereses
generales de la ciudadanía. Consideramos oportuno legislar en defensa del
Estado Social y Democrático de Derecho, aquel del que nos hemos dotado para
promover y garantizar, como reza el primer artículo de nuestra Constitución, la
igualdad y la justicia. Por eso, pese al rechazo inicial por parte de la
Asamblea de esta iniciativa, seguiremos trabajando para sacar adelante una
medida que nos parece urgente y fundamental.
La reforma
del artículo 135 de la Carta Magna y la subsiguiente Ley Orgánica de
Estabilidad Presupuestaria, vienen causando desde el 2012 numerosos estragos en
nuestro Estado Social y Democrático de Derecho. Entre las víctimas de la férrea
estabilidad presupuestaria impuesta por la Troika, se encuentran las ayudas
para la rehabilitación de viviendas.
Tanto a
nivel estatal como en varias comunidades autónomas, el llamado “austericidio”
acabó con las subvenciones dirigidas a mejorar la calidad del parque de
vivienda construido. En la Comunidad de Madrid, fue la Ley 4/2012, de medidas
urgentes de racionalización del gasto público (resumiendo su largo título), la
que modificó los presupuestos del 2012 a la baja y recortó en adelante las
ayudas a la rehabilitación. Siguiendo la lógica neoliberal de haber elevado a
rango constitucional la prioridad del pago de la deuda, tenía sentido este
recorte, y siguiendo la letra de la Ley, se suponía que sólo tendría efectos
sobre subvenciones futuras.
Pero la
realidad fue otra. El recorte establecido a futuro, en la práctica se aplicó
retroactivamente, afectando a solicitudes de subvenciones que cumplían todos
los requisitos y habían sido presentadas con anterioridad al recorte. Es decir,
que fueron defraudadas las expectativas razonables de comunidades de
propietarios que, habiendo solicitado las subvenciones en tiempo y forma y
cumpliendo todos los requisitos, vieron cómo se les denegaban, a todas luces
debido a un recorte retroactivo de las mismas. Pero estos casos, ya de por sí
graves, fueron superados por algo peor: casos en los que, estando aprobadas las
ayudas, nunca se llegaron a abonar, aludiendo los sucesivos gobiernos
autonómicos al tristemente famoso “no hay crédito presupuestario”, o lo que es
lo mismo: “¡No hay dinero!” Más grave resulta esta afirmación cuando en
realidad sí había dinero. Lo que ocurrió realmente, lo dijo abiertamente en
sede parlamentario el entonces Consejero de Vivienda, Pablo Cavero: los fondos
finalistas previstos para la rehabilitación de vivienda, procedentes de planes
estatales con parte de financiación europea, se habían dedicado a otros fines
(Sanidad, Educación y Servicios Sociales). Los fondos para rehabilitación eran
finalistas, es decir, que se debían dedicar a su fin concreto: la
rehabilitación de viviendas.
Aquí cobra
un primer sentido la calificación de “estrago al Estado Social y Democrático de
Derecho” que hacía al inicio del artículo: el austericidio se aplicó en la
Comunidad de Madrid de forma torticera y abiertamente contraria a las leyes. En
otras palabras, el austericidio, en el cómo, se aplicó con total desprecio al
Estado de Derecho.
Desgraciadamente,
las víctimas materiales de semejante despropósito no fueron meros principios
constitucionales, sino personas y sus comunidades. Fueron 26.000 hogares en
toda la Comunidad de Madrid, la mayoría en barrios humildes y deprimidos,
quienes se quedaron en la cuneta por no recibir estas subvenciones. Personas mayores
o con movilidad reducida que siguen teniendo que subir escaleras a duras penas
para acceder a su vivienda, porque nunca llegó la subvención esperada para
poner la rampa e instalar el ascensor. Familias sin ingresos que sufren en sus
carnes el efecto combinado del precio desorbitado de la energía y de viviendas
energéticamente ineficientes: pasan frío, porque la subvención para instalar
ventanas aislantes, mejores circuitos eléctricos y calderas más eficientes,
nunca llegó.
Todo esto
por no hablar de quienes, en base a una expectativa razonable de recibir la
subvención, pidieron préstamos para adelantar el pago de las obras. Esto no era
vender la piel del oso antes de matarlo. Las familias y comunidades que se
endeudaron cumplían todos los requisitos legales y solicitaron el oso en tiempo
y forma, pero llegaron Angela Merkel y la Troika y mandaron modificar la
Constitución española para que los osos se dedicaran primero a rescatar bancos
antes que personas. A día de hoy, dichas familias y comunidades sufren a veces,
además de la ausencia de las mejoras a sus edificios, el estar con el agua al
cuello por la deuda contraída con los bancos. Los mismos bancos cuya deuda
privada socializada pagamos todos con fondos que, por ejemplo, podrían ser
subvenciones a la rehabilitación.
Aquí vemos
el otro sentido de hablar de “estrago al Estado Social y Democrático de
Derecho”. La reforma del artículo 135 de la Constitución y los recortes
subsiguientes han tenido efectos materiales que dejan por los suelos numerosos
derechos fundamentales y principios constitucionales, que se suponían
prioritarios al pago de la deuda. El artículo 47 de la Constitución establece
que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y
adecuada” y que “los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y
establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho”. La
condición necesaria para hacer efectivo el derecho no sólo a una vivienda, sino
a una que sea digna y adecuada, es asegurar el buen estado de la misma. Si los
poderes públicos como la Comunidad de Madrid no promueven que así sea,
incumplen la Constitución. Lo grave es que ese incumplimiento sea fruto de
aplicar la nueva redacción de un artículo de la misma Constitución.
Priorizar el
pago de la deuda por encima de todo deja al Estado materialmente incapacitado.
Le impide de entrada cumplir con lo que le mandata el artículo 9.2 de su norma
fundamental, esto es, “promover las condiciones para que la libertad y la igualdad
del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas” así
como “remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud.”
Decía
Rousseau que en el estado de naturaleza, la Ley hace libres a los hombres. Por
suerte ya no vivimos en estado de naturaleza, sino en el Estado de Derecho del
que nos hemos dotado para fundamentar la paz social en la libertad y el
bienestar de todos. Eso sí, las políticas económicas y sociales del PP someten
a amplias capas de la población a un estado de necesidad constante. Frente a
esta amenaza, las leyes son también la salvaguarda de los de abajo. Las
constituciones, las leyes, el Estado de Derecho, son los mecanismos que tiene
la gente para hacer valer su libertad y su igualdad frente a cualquier gobierno,
para obligar a este a promoverlas y garantizarlas.
Fuente:
Público.es
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