Unidos sí se puede', el lema de la coalición de Podemos e IU para el 26J |
Vicenç
Navarro
Autor del libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante. Anagrama, 2015
Autor del libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante. Anagrama, 2015
Estamos hoy
viviendo en España un periodo que creo justo definir como histórico. Lo
que ocurra en los próximos meses definirá claramente el futuro de este país. Y
si hay una movilización de la mayoría de las clases populares podría iniciarse
una transformación profunda hacia una España mucho más justa y democrática, que
reconozca y celebre la plurinacionalidad del Estado español. Hará casi cuarenta
años desde que hubo una transición de una de las dictaduras más represivas que
hayan existido en Europa (según el experto en fascismo europeo de la
Universidad de Columbia en Nueva York, el Profesor Malefakis, por cada
asesinato político que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000), a una
democracia muy limitada y a un Estado del Bienestar poco desarrollado. Hoy hay
posibilidades de que se haga otra transición.
Aquella
primera transición ocurrió en un contexto político en el que había un enorme
desequilibrio de fuerzas, pues en un lado estaban las fuerzas conservadoras que
dominaban el Estado español y la gran mayoría de los grandes medios de
información y persuasión, mientras que en el otro estaban las izquierdas, que
lideraban las fuerzas democráticas y que acababan de salir de la
clandestinidad, de la cárcel o de la vuelta del exilio. No podía haber un
desequilibrio más marcado, y el dominio del proceso de transición por parte de
las derechas dejó su imprimátur en el proceso y en su Constitución.
El Estado
resultado de aquella transición no era producto de una ruptura con el anterior,
ya que hubo ramas importantes del aparato del Estado que se mantuvieron
claramente bajo el control de los herederos de los que establecieron la
dictadura. Son consecuencia de ello la limitada democracia y la baja calidad de
la cultura democrática, el gran retraso social que vive este país, así como la
visión uninacional, radial, represiva de su plurinacionalidad (asignando al
Ejército la defensa de la siempre presente “unidad de España” -el eslogan de
los que realizaron el golpe militar fascista del 1936 contra la República
democrática-, unidad que, por cierto, no había sido cuestionada por ninguna
fuerza política republicana, puesto que no es lo mismo la redefinición que la
desunión de España). El President Companys, asesinado por las tropas fascistas
por separatista, quería redefinir, no desunir, España, estableciendo una España
plurinacional, poliédrica (en lugar de radial, centrada en la capital del Reino
–que tiene muy poco que ver con el Madrid popular, víctima también de aquella
visión borbónica del Estado), en la que los distintos pueblos y naciones de
España tuvieran la capacidad de decisión sobre su articulación con el Estado,
expresada democráticamente, sin que fuera impuesta por el Ejército una unión
forzada, como instruye la Constitución de 1978.
La supuesta
defensa de la “unidad de España”
Esta defensa
de la “unidad de España” era un eslogan y una excusa para mantenerse en el
poder, perpetuando las oligarquías financieras y empresariales y su claramente
abusiva influencia sobre las instituciones llamadas representativas y
mediáticas del país. Como consecuencia de ello, España, todavía hoy, casi
cuarenta años después de iniciarse tal democracia, es uno de los países con
mayores desigualdades sociales en Europa, con menor gasto público social (en
sanidad, en educación, en servicios sociales, en escuelas de infancia, en
servicios domiciliarios, en vivienda social, en transferencias a las familias,
en programas antipobreza, en prevención de la exclusión social, entre otros)
por habitante, y con un Estado con escasa capacidad redistributiva.
Ni que decir
tiene que mucho se ha hecho durante el período democrático, y muy en particular
durante el periodo de gobierno de partidos de izquierdas, en especial del PSOE,
a nivel del Estado central. Se hicieron avances importantes, con el
establecimiento, por ejemplo, del Sistema Nacional de Salud, entre otros.
Pero, sin
desmerecer lo conseguido, el hecho es que aunque el enorme retraso social se
redujo, tal retraso continúa. Ya antes de la crisis, España se gastaba 66.000
millones de euros menos de lo que debía invertir en gasto público social por el
nivel de desarrollo económico que tenía. Si nos gastáramos lo que se gastan los
países nórdicos de Europa -donde el mundo del trabajo ha tenido mayor poder
político en Europa desde la II Guerra Mundial-, y este gasto público social se
invirtiera creando empleo, tendríamos unos tres millones y medio de puesto de
trabajo más de los que tenemos, eliminando una gran parte del desempleo en el
país (en Suecia, alrededor de uno de cada cuatro adultos trabaja en los
servicios públicos del Estado del Bienestar; en España no llega ni a uno de
cada diez). Y ello es consecuencia de la gran debilidad del mundo del trabajo
en España (ver mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias.
Anagrama, 2006). La integración del aparato del PSOE en la estructura del
Estado, sobre el cual el poder financiero y económico tiene una enorme
influencia, diluyó, en gran medida, su vocación transformadora. Y cuando se
presentó la crisis, la respuesta del PSOE fue típicamente neoliberal, como
también ocurrió con la mayoría de partidos socialdemócratas en Europa.
El
movimiento 15-M y su impacto en España
Era, por lo
tanto, predecible que surgiera un movimiento generalizado de protesta, que hizo
de su denuncia de este maridaje del poder financiero-económico con el poder
político y mediático el centro de su movilización. Rodearon los Parlamentos,
incluyendo las Cortes Españolas, señalando que no representaban a la población de
los distintos pueblos y naciones de España. Sus famosos eslóganes “no nos
representan” y “no hay pan para tanto chorizo” se extendieron por todo el país.
El 82% de la población, como mostraron las encuestas, señaló que estaba de
acuerdo con tales eslóganes. El hecho de que fuera tan eficaz en su denuncia
fue por su especificidad y credibilidad. El eslogan de la estructura del poder
de que no había otras alternativas a las políticas de austeridad que estaban
imponiendo (y digo imponiendo, pues no estaban en sus ofertas electorales)
contrastaba con datos que indicaban que sí que las había. En realidad, en las
primeras manifestaciones en la Plaza del Sol varios manifestantes mostraban, en
tono desafiante, a los medios de información que cubrían el evento, el libro Hay
alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España,
que Juan Torres, Alberto Garzón y yo habíamos escrito, mostrando que sí que
había alternativas (ver la imagen).
Se señalaba
en aquel libro y en aquel mensaje que el Sr. Zapatero había congelado las
pensiones (subrayando que no había otra alternativa) para conseguir 1.200
millones de euros, cuando podía haber conseguido casi el doble, 2.100 millones
de euros, eliminando la bajada del impuesto de patrimonio (que benefició a la
gente con patrimonio). Y un tanto semejante ocurrió con los recortes de 6.000
millones de euros en la sanidad que impuso Rajoy, millones que podrían haberse
conseguido sin recortes, eliminando la bajada del Impuesto de Sociedades de las
empresas que facturaban más de 150 millones de euros al año, y que
representaban solo el 0,12% de todas las empresas de España.
Sus
consecuencias
El 15-M fue
la movilización más importante, y la que fue más eficaz en resaltar la
pomposidad del poder, señalando la enorme hipocresía y falsedad del discurso
oficial del establishment político-mediático, una denuncia que cuajó a lo largo
del territorio español. Mostró claramente el maridaje del poder
financiero-económico con el poder político-mediático, elementos clave de la
estructura del poder que utilizaban un discurso carente de credibilidad. Frente
a su “súper patriotismo”, se mostró su enorme servilismo hacia las políticas
neoliberales promovidas por el gobierno alemán y el establishment
político-financiero neoliberal que gobierna la Eurozona y el Parlamento
europeo, abandonando la soberanía española para el beneficio de los grupos
financieros y económicos que estaban consiguiendo lo que siempre habían
deseado, a saber, la disminución de los salarios y el desmantelamiento del
Estado del Bienestar. Presentarse como los defensores de España, un discurso
que alcanza su máxima expresión en la narrativa del Partido Popular, fundado
por ministros del Estado fascista, un partido corrupto hasta la médula, era de
una falsedad clara, aun cuando estuviera sostenida y ocultada por los mayores
medios, influenciados por aquellos poderes fácticos, como el capital financiero
y otras empresas del IBEX-35 (cuyo nivel de pago de impuesto es de los más
bajos de España).
Una decisión
clave de muchísimos participantes del 15-M fue que tal movimiento no podía
limitarse a ser un movimiento de protesta de carácter testimonial. Tenía que
convertirse en un movimiento con vocación transformadora, lo cual exigía una
intervención en aquel Estado a través de, entre otras instituciones,
movimientos claramente políticos que exigieran una nueva forma de hacer
política y un cambio profundo de dicho Estado, anteponiendo los intereses de
las clases populares a los intereses representados por aquellos que tenían una
complicidad con los poderes financieros y económicos (y que denunciaba el
eslogan de que “no nos representan”). Y así surgieron ya en las elecciones
municipales del 24 de mayo de 2015 muchos partidos (en su mayoría coaliciones
de partidos nuevos y otros no tan nuevos, pero con clara vocación de cambio
dentro de un proyecto común) que querían conseguir una democracia mucho más
completa que la existente, y además interrumpir las políticas neoliberales que
estaban dañando tanto a las clases populares de los distintos pueblos y
naciones de España, revirtiendo tales políticas, y también cambiar España,
exigiendo el respeto y establecimiento de una España plurinacional y poliédrica.
En estos nuevos movimientos el tema social y el tema nacional estaban
claramente interrelacionados. Estas formaciones iniciadas en las periferias,
como por ejemplo En Marea, Barcelona en Comú o Compromís, se aliaron con una
nueva fuerza política, Podemos, y de manera reciente con nuevas corrientes
dentro de IU que posibilitaron el gran cambio del 20-D.
El pánico
del establishment político-mediático del país se hizo patente ya entonces en el
hecho de que la alianza con estos movimientos fue vetada por dicho
establishment. La expansión ahora de tal alianza de todos estos partidos,
incluida IU, ha creado un enorme pánico en las derechas (PP y C’s) y en el
aparato del PSOE, los cuales ha respondido con el mismo eslogan que las
derechas en España siempre han utilizado: la defensa de la “unidad de España”
contra rojos y separatistas. La historia se repite, con la novedad de que esta
vez la dirección del PSOE está en el otro lado del que estuvo en el 1936.
El reto de
las fuerzas democráticas y progresistas
Hay que conseguir una gran alianza
de las fuerzas -incluyendo de las bases del socialismo español- que se oponen
al ataque al bienestar y a la democracia que ha estado ocurriendo en España por
parte de aquellos partidos, habiéndose iniciado con el gobierno Zapatero,
extendido con el PP y aplaudido por C’s. Hay que revertir estas políticas. Ni
que decir tiene que las derechas machacarán repitiendo que ello no es posible.
Y también, predeciblemente, algunas voces confusas de izquierdas podrán también
añadir que hay que ser realistas y no ser utópicos o pedir lo irrealizable.
Otros dirán que las propuestas hechas por las fuerzas progresistas no son
creíbles, y así, una larga lista de insultos y epítetos.
Pero la
evidencia es que sí que hay alternativas. En realidad están ocurriendo cambios
ya en Europa que indican el agotamiento y el rechazo hacia estas
políticas neoliberales. Y ahí es donde hay que señalar que los llamados
utópicos, antisistema y una larga retahíla de insultos, son los más realistas,
son los más creíbles, son los más comprometidos con la soberanía popular, y,
sí, hay que decirlo, los mayores defensores de esta España justa, democrática y
plurinacional, frente a las fuerzas de la reacción que desean continuar con las
políticas que han causado tanto daño a la gente normal y corriente de este
país. Así de claro.
Fuente: Público.es
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