viernes, 6 de mayo de 2016

Arabia Saudí compra Egipto y asalta el Mar Rojo



Tiran y Safrein


Por 25.000 millones de dólares la dictadura militar de Egipto ha cedido las islas Tiran y Safrein y algo más a la dictadura teocrática de Arabia saudí, provocando la ira de miles de ciudadanos y las primeras grandes manifestaciones que se organizan después del fracaso de su primavera en 2011. Empieza el fin del síndrome de Estocolmo que padecen los egipcios; nada como la pérdida de territorios por parte de la “madre patria” puede generar tales movilizaciones en un pueblo ancestral: la mayoría ni siquiera se acordaba de la existencia de estas islas deshabitadas.
La transferencia de la soberanía de Tiran y Safrein, islas ubicadas en la entrada del Golfo de Aqaba en el Mar Rojo y con fronteras marítimas con Egipto, Israel, Jordania, y Arabia Saudita (que obviamente se ha realizado previa autorización de EEUU e Israel), cambia las fronteras internacionales en una región de frágil equilibrio. De hecho, esta cesión afecta al Tratado de Camp David que reconocía la soberanía de Egipto sobre las islas, que fueron ocupadas por Israel una vez durante la guerra de los Seis Días del 1967 y otra en 1973 cuando el presidente Anwar Sadat reclamaba la liberación de las tierras conquistadas en aquella guerra. Fue tras la firma del acuerdo de paz, y el reconocimiento del Estado israelí por parte de Egipto, cuando el país árabe recuperó la soberanía sobre las islas.
Una polémica renuncia
Mientras los medios oficiales alegan que aquellas rocas, en realidad, siempre habían sido de propiedad saudí y que habían sido arrendadas a Egipto en 1950, algunos juristas e historiadores egipcios ofrecen otras versiones:
1. Que un tratado marítimo fechado en 1906 (antes de la fundación de Arabia Saudí en 1932), y firmado por Egipto y el Imperio Otomano, reconoce la soberanía egipcia sobre las islas.
2. Que durante el Conflicto de Suez de 1956, Tiran y Safrein fueron “abandonadas” por los saudíes, dejando que las tropas de Jamal Abdel Naser las protegiera. De este modo, Riad se mantenía al margen de la guerra, y de paso se salvaba de las críticas por su pasividad en el conflicto.
Más allá del pretexto, los dos principales motivos que han llevado al general Al Sisi a renunciar a una parte del territorio del país son:
1. Que ya había vendido su alma a Riad, cuando los jeques financiaron su golpe de Estado contra el califato de Muhammed Mursi.
2. Y que la poderosa casta militar egipcia, que controla cerca de la mitad de la economía y la fortuna del país, seguirá recibiendo más petrodólares de Arabia, a cambio de proteger los intereses de la familia Saud en la región.
Riad y la diplomacia de la chequera
Lo que busca Riad con este inaudito movimiento estratégico de hacerse con islas egipcias  son:
1. Proyectar su poder desde el Mar Rojo sobre las rutas marítimas: por ejemplo, el Golfo de Aqaba es la única salida de Jordania la mar.
2. Mejorar su posición para poder presionar a Egipto, el peso pesado del mundo árabe, quitándole la hegemonía actual que ostenta. Consolidar la dependencia económica y política casi absoluta de El Cairo a Riad es uno de los medios para conseguir este objetivo.
3. Estrechar la alianza entre ambos países contra el nuevo enemigo: Irán, el país “musulmán” sustituye el “ente sionista”.
4. Fortalecer la hermandad militar entre los dos pilares de la llamada “OTAN árabe”. Mientras Arabia mantiene su posición de ser el segundo importador mundial de armas, (después de la India), la compra del material bélico por Egipto se multiplicó por tres en 2015 comparado con el 2014, alcanzando así la cifra de 1.475 millones de dólares, que tapa otras estadísticas; como por ejemplo que el 40% de sus 80 millones de habitantes sufra una pobreza escandalosa, o que el 51,2%  de los jóvenes no tiene empleo.
5. Cambiar su política de “dinero a cambio de lealtad” con sus aliados árabes. Ahora, imita al Fondo Monetario Internacional tomando de rehén a los que reciben sus formidables cheques e inversiones vitales. No le perdona a Al Sisi haberse negado a participar de forma activa en las guerras contra Yemen y Siria. A todas luces, está convirtiendo a un gigante como Egipto en un humillado y servil cliente.
6. Dar un paso más hacia el reconocimiento del Estado de Israel. Al aceptar el estatus de las dos islas —registrado en el Tratado de Camp David—, los saudíes respetarán el derecho de Israel a usar el Golfo de Aqaba y también ahora las aguas oficiales de Arabia. Las autoridades de Riad, que a pesar de la BDS —la campaña internacional de boicot a Israel—, importan productos y tecnología de Israel, según revela Haaretz, miran a Tel Avive como un aliado imprescindible en su batalla contra Teherán. Así, ha nacido de forma discreta el eje Jerusalén-Riad-El Cairo, una asociación de cooperación militar sin precedentes entre los árabes y los israelíes.
Cambio en el mapa del Mar Rojo
El Mar Rojo, que perdió su color en 1991 cuando se desmoronaron los gobiernos de izquierdas en Etiopía y Yemen (del sur), hoy vuelve a ser el centro de unos cambios fundamentales:
. Arabia Saudí planea construir  un megapuente sobre el Mar Rojo que una Egipto con la Península Arábiga. Su objetivo es diversificar sus rutas comerciales, y ampliar los beneficios por los peregrinos que atravesaría dicha ruta terrestre a la Meca. Los saudíes construyeron otro puente que empalmó Bahréin con Arabia, aunque lo utilizaron en marzo del 2011 para enviar un contingente militar para aplastar la “Primavera bahreiní”
. China, que sigue con su estratégica de la Nueva Ruta de la Seda, está construyendo un largo tren eléctrico que conectará la capital etíope de Addis Abeba con Kenia, Sudán del Sur, Sudán y Yibuti, enlazando los mercados africanos con China, en el medio de una cruenta batalla entre las potencias mundiales y regionales por los recursos naturales del continente.
El desaire de Salman a Obama
El divorcio religioso entre Arabia Saudí y la Administración Obama por  “su benevolencia con Irán”,  es tal que el rey Salman no fue a recibirle al aeropuerto de Riad el pasado 21 de abril en la última visita oficial que realizaba el presidente de EEUU al viejo aliado. Obama, si bien ha apoyado la formación de un frente amplio anti-iraní en la región que contenga el aumento de la influencia de Teherán, también ha mirado con preocupación la “agenda” económica, política y militar de la Casa Saud en el mundo a golpe de petrodólares y del clérigo wahabita.
EEUU sin retirarse de Oriente Próximo y Norte de África está ofreciendo más espacio a las rivalidades entre Irán y Arabia Saudí, que serán quienes, aparentemente, determinarán la dirección de los acontecimientos.

Nazanín Armanian

Fuente: Público.es


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