La estelada |
En Irán –donde hay un régimen despótico teocrático–
está prohibida la presencia de las mujeres en los partidos de fútbol. En
España –donde desde 1977 hay un sistema democrático– se prohíbe la
presencia de banderas estelades en la final de la Copa del Rey que
jugarán el FC Barcelona y el Sevilla. La estelada –como sabe cualquier
persona alfabetizada– no es un símbolo racista, ni xenófobo, ni
dictatorial. La estelada es un símbolo democrático y pacífico, no tiene
nada que ver –por ejemplo– con la bandera nazi o franquista, símbolos
de odio y terror bajo el que se ha asesinado, torturado, encarcelado y
reprimido a millones de personas. Desde la transición, varios partidos
y entidades han utilizado la estelada con normalidad, empezando por
ERC, formación parlamentaria y legal. La decisión de la delegada del
Gobierno central en
la Comunidad de Madrid parece copiada del actual régimen de Venezuela, para mencionar a los gobernantes de un país que el PP –por cierto– critica a menudo, y con razón. Las autoridades de la UE deberían pronunciarse porque estamos hablando de un derecho fundamental como la libertad de expresión, vulnerado de manera arbitraria.
la Comunidad de Madrid parece copiada del actual régimen de Venezuela, para mencionar a los gobernantes de un país que el PP –por cierto– critica a menudo, y con razón. Las autoridades de la UE deberían pronunciarse porque estamos hablando de un derecho fundamental como la libertad de expresión, vulnerado de manera arbitraria.
¿Miopía, calentón o cálculo electoral? ¿Qué gana el Estado
con esta prohibición? ¿Qué gana el PP? El Estado no gana nada porque es
de manual que como más torpe y desproporcionada es una medida legal más
señala la debilidad profunda del orden que pretende defender, blindar y
conservar; sólo un poder que se sabe en falso es capaz de impulsar
excepciones tan impropias de una democracia homologada. El PP, en
cambio, debe de pensar que gana algo de cara al 26-J, en la línea que
apuntaba hace poco con sinceridad el ministro Fernández Díaz: pocos
votos más se pueden rebañar en el electorado catalán, por eso Rajoy no
hará casi campaña entre nosotros; la prohibición de las estelades va
bien a los populares para escenificarse como el gran partido del orden
imperante ante los rojos, los separatistas y las siete plagas bíblicas,
que –como todo el mundo sabe– eran diez en realidad.
Supongo que la responsable de esta prohibición es
consciente del magnífico regalo que acaba de hacer a la causa del
independentismo y, de rebote, a los partidos que propugnan este
proyecto. Y supongo que otros dirigentes del PP –más inteligentes– se
dan cuenta del ridículo internacional que proyecta este episodio. Un
ridículo que se multiplica cuando sabemos que la misma delegada ha
autorizado para el sábado una manifestación de un colectivo neonazi en
la capital española. Con prohibiciones de estelades en partidos de
fútbol está asegurado el crecimiento continuado de los partidarios de un
Estado catalán independiente. Porque nadie en su sano juicio quiere ser
tratado como un súbdito feudal cuando toca ser ciudadanos adultos del
siglo XXI.
Fuente: La vanguardia
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