- François Hollande está convencido de que el fútbol se impondrá sobre la protesta
- Las protestas sociales francesas se topan con la Eurocopa
Rafael Poch, París.
Insólito encuentro el que comienza hoy sobre el terreno de juego francés: fútbol contra derechos. A un lado la Eurocopa, espectáculo que cautiva a millones de consumidores, y al otro el largo pulso contra el proyecto de reforma laboral que sindicatos y estudiantes mantienen desde marzo. El circo contra el pan, que diría un clásico.
François Hollande está convencido de que la Eurocopa se impondrá sobre la protesta: “La CGT va a jugar a tope esta semana y en la jornada del 14 de junio (cuando los sindicatos han convocado una gran manifestación nacional en París), pero la Eurocopa irá comiéndose todos los demás temas progresivamente”, pone en boca del presidente Le Canard Enchaîné, uno de los semanarios más informativos de este país, precisamente por ser satírico, en un universo informativo de risa. “Iremos a discutir con los hinchas y a repartir nuestros pasquines”, dice Philippe Martínez, bigotudo líder de la CGT.
Que una huelga mantenga su pulso contra, o pese, al fútbol, es algo sin precedentes. En principio Hollande tiene razón, pero el hecho es que la protesta se mantiene y hasta se extiende: los basureros (con las basuras amontonadas en la mitad de los distritos parisinos), los ferroviarios, pese al regalo de 100 millones anunciado esta semana por Valls, los operadores de centrales nucleares, las refinerías (cuatro sobre ocho), los pilotos de Air France (del sábado al martes), el bloqueo del puerto fluvial de Lille, de la zona industrial de Le Havre, las invasiones casi diarias de estaciones ferroviarias. Con todo el complejo mediático en contra, con toda su debilidad estructural, el sindicalismo sigue peleando. En estos momentos no se sabe si hoy se podrá llegar al Stade de France, donde se enfrentan las selecciones de Francia y Rumanía.
Flanqueando este movimiento laboral, un rosario de pequeñas acciones que la prensa más tremendista describe como “de guerrilla”. El martes por la mañana, ocupación de la sede de la gran patronal (Medef) en París. Un guarda de seguridad agrede a un activista (patada en los testículos), que será detenido por “agresión”. Por la tarde un centenar de personas ante la sede del Partido Socialista gritando “todo el mundo detesta al PS”, más tarde piquete ante la comisaría donde están los detenidos por la ocupación del Medef. El miércoles escrache ante el domicilio de la ministra de Trabajo, cuyo apellido ha puesto nombre a la reforma laboral que viene más bien de Bruselas, del primer ministro Valls y del propio Medef en su redacción inicial. Por la tarde bronca ante un mitin bunkerizado de gerifaltes socialistas para defender la reforma laboral, con algunos activistas mezclados entre el público y los demás fuera maldiciendo... En París no son más de 2.000 o 3.000 los activistas que participan en las acciones diarias, muchas de ellas no noticiadas. En el conjunto de Francia es imposible cualquier estimación. Ayer, segunda manifestación de 30.000 personas en Le Havre, ciudad de 170.000 habitantes. No es masivo, pero es incordiante y tenaz. ¿Se lo comerá el fútbol?
Fuente: La Vanguardia
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