por Alfredo Jalife-Rahme
Aunque se trata de un paso previsto desde hace 20 años, Pekín retrocede en cuanto concretar su proyecto de apertura de una bolsa petrolera. Y lo hace porque China no quiere responder de inmediato a la guerra financiera que Estados Unidos ha emprendido contra ella. Discretamente, el presidente chino Xi-Jinping adelanta otros peones, fundamentalmente el desarrollo a escala exponencial de su propia producción de petróleo.
La "guerra multidimensional" –excluyendo todavía la vía militar directa– de Estados Unidos contra Rusia y China ha elevado su nivel en otros frentes y ahora se practica en forma obscena y directa en tres sectores:
- la "guerra energética";
- la "guerra geofinanciera", y
- la "guerra de divisas",
sin contar las otras confrontaciones, cibernética y de propaganda, en curso.
No fue menor el reciente anuncio timorato de relanzar la proyectada bolsa petrolera rusa de San Petersburgo, Spimex, que busca romper la supremacía energética anglosajona y la hegemonía del dólar [1], en paralelo a los amagos de independencia bursátil y de liberación energética de China.
Bloomberg News destacó hace poco que la apertura de la bolsa petrolera de China en la plaza de Shanghai, donde operaría sus primeros contratos, arrastra los pies todavía después de «más de 20 años» de su anuncio [2].
El motivo aducido, poco creíble, es la "volatilidad" de los mercados, como si ello fuera algo novedoso, cuando es consustancial a la creación de "burbujas" del mercado neoliberal global, como acaba de confesar el francés centralbanquista Jacques de Larosière de Champfeu, malhadado ex director ejecutivo del FMI.
Anunciada para finales de 2015, la apertura de la bolsa petrolera de Shanghai –que contribuiría a romper la supremacía energética anglosajona de la mercantilización del crudo por el Nymex y el IPE, respectivamente, en las plazas financieras de Nueva York y Londres– fue pospuesta hasta una fecha inespecífica de 2016, cuando ya han transcurrido 5 meses.
«Hace más de 20 años», el gobierno chino «introdujo un contrato doméstico de crudo en 1993», que fue «detenido un año más tarde en medio de la evaluación de su industria energética».
No hay que «evaluar» demasiado «20 años más tarde» cuando las importaciones de China se han incrementado en forma sustancial: 7,9 millones de barriles al día (MBD) –un 8,3% más en lo que va del año y cuya mayoría sirve para almacenar sus reservas estratégicas [3].
No es lo mismo la China de hoy que la de hace dos décadas, cuando apenas empezaba a despuntar en la geoeconomía global –en ese momento se encontraba incluso detrás de México– y aún no implementaba su trascendental «asociación estratégica» con Rusia, en la fase de rehabilitación y restauración relativas del zar Vlady Putin.
Hoy los diestros mosqueteros chinos, 20 años después, se han posicionado como la primera superpotencia geoeconómica global (medido por el poder adquisitivo) y han establecido una «asociación estratégica» nuclear y gasera con Rusia –cuyos verdaderos alcances permanecen secretos– para impedir la humillante estrangulación por Estados Unidos.
Como imagen en espejo, las exportaciones de Rusia a China rompieron récord [4], lo que (en)marca la complementariedad que se puede generar entre los dos proyectos de las nuevas bolsas petroleras: la rusa de San Petersburgo (Spimex) y la de Shanghai.
El zar Putin parece aplicar el apotegma biologista de que «la función crea el órgano», como dijo a finales de 2014, durante la cumbre de la APEC en Pekín, antes de las asfixiantes sanciones de Obama y de la guerra contra el rublo (vía desplome del crudo): «El uso del rublo y el yuan podría reducir la influencia del dólar.»
Casi un mes después de los anhelos tripolares de Putin, su feroz contrincante Obama –quien optó hasta ahora en forma eficiente y casi silenciosa por la "guerra geofinanciera" y la "guerra de divisas", en lugar de las desastrosas aventuras militares– le propinó una tremenda paliza al rublo.
No será sencilla ni tersa la transición al nuevo orden tripolar entre Estados Unidos, Rusia y China cuando los halcones –financieros y militares– de Washington se empecinan en su inviable unipolaridad.
China compite ya con Estados Unidos como el mayor importador global de crudo y requiere no sólo establecer mayor influencia en la cotización del oro negro, sino también promover la utilización del yuan/renminbi, por lo que ha relajado las reglas que permiten la importación del petróleo a las refinerías “independientes” [5].
No es nada desdeñable la participación de las refinerías chinas, que han llegado a procesar casi 10,6 millones de barriles diarios.
Más allá de la vulgar cuan reduccionista mercantilización del crudo, las coyunturas geopolíticas son cruciales para la toma de decisiones del gobierno chino, en la etapa de florecimiento/consolidación/salvaguarda por el mandarín Xi de su singular modelo mixto (público/privado).
Lu Feng, funcionario de Shanghai International Energy Exchanges, comentó que dicha bolsa energética debe concluir reglas y conductas de simulación mercantil –¡después de más 20 años!–, además de que requiere la aprobación de la Comisión Regulatoria de Valores Bursátiles de China.
Según Bloomberg, las turbulencias bursátiles y la volatilidad de los mercados financieros –donde descuellan tanto la "guerra de divisas" como la "guerra geofinanciera" entre el dólar y el yuan/renminbi que no se atreven a decir su nombre– han apaciguado las ansias del gobierno chino, que necesita tener mayor influencia en la cotización del petróleo, hoy controlada en forma anómala por las plazas de Nueva York y Londres.
¿Teme China a la "guerra geofinanciera" en boga que le pueden imponer sin misericordia las doblemente plazas financieras/energéticas de Nueva York y Londres?
En el más reciente encontronazo de "guerra geofinanciera" entre el dólar y el yuan/renminbi, China se vio obligada a desprenderse de un billón de dólares de sus reservas de divisas que siguen siendo las primeras del planeta, ahora disminuidas a 3 billones de dólares.
Gabe Collins, del portal The Diplomat (muy cercano a Japón), comenta que «el enfoque intenso sobre el auge del petróleo de Norteamérica (sic), Arabia Saudita y los yihadistas de Daesh/Isis oscurecen una importante tendencia (sic) energética emergente: la producción del petróleo de China está llegando a su pico» [6] –que explicaría su espectacular rebote reciente desde el desplome de 25 dólares el barril hasta los linderos de 50 dólares de hoy–, lo cual «tendrá implicaciones profundas en el mercado petrolero, ya que China no es sólo un importador masivo de crudo, sino que se encuentra también entre los cinco principales productores globales, detrás de Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudita y prácticamente empatada con Canadá» [7].
Otro capítulo especial lo constituye el petróleo de esquisto (shale oil), del que China posee pletóricas reservas globales con un enorme potencial, según la muy sesgada EIA: 32 000 millones de barriles técnicamente recuperables.
¿Cómo responderá el presidente saliente Obama a las veleidades libertarias bursátiles de Rusia y China?
Por lo pronto, en el área del binomio ambiguo cuan confuso de "cooperación/confrontación" de Obama y el mandarín Xi, Estados Unidos ha levantado en forma alarmante el embargo de venta de armas a Vietnam [8], su antiguo enemigo, para confrontar a su nuevo rival: China.
Alfredo Jalife-Rahme
Fuente
La Jornada (México)
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