miércoles, 29 de junio de 2016

La disyuntiva del PSOE: feroz oposición para arrinconar a Podemos, o pacto programático con el PP





Alfileres y elefantes

Madrid
Contexto. Contexto. Contexto. Plano internacional. Plano nacional. Plano local. Manuel Vázquez Montalbán era capaz de modificar el orden y se inventó una sección en el diario Tele/eXprés que llevaba por título Del alfiler al elefante. De lo particular a lo general. Los jóvenes aprendices leíamos con devoción al maestro.
Del elefante al alfiler. De lo general a lo particular. El suceso británico ha condicionado el voto de los españoles. A medida que van pasando las horas, parece más claro que la onda expansiva del Brexit coaguló y propulsó todos los temores y miedos sembrados a lo largo de la campaña electoral. Una pulsión favorable al orden ha recorrido el espinazo de la sociedad. El Partido Popular consigue el primer puesto en los barrios más acomodados de Barcelona y vuelve a subir en Badalona (del 14 al 16%), donde fue desalojado de la alcaldía hace un año. Un amigo me explica la confesión de una conocida suya, profesional de clase media, con los pies en el suelo y el corazón en la independencia de Catalunya: “Mira, me sabe mal decirlo, pero esta vez votaré al Partido Popular. No estoy para según qué aventuras”. Esta actitud preventiva también ha ayudado al Partido Socialista a salvarse del desastre.
Nadie votó pensando en los pormenores de la política europea, pero la disrupción británica ha avivado la sensación de vivir tiempos peligrosos. La gente fue a las urnas después de una ducha de tres días –viernes, sábado y domingo– con noticias apocalípticas sobre el futuro. Bolsas en caída libre. Fondos de inversión en alerta roja. Pensiones en peligro. Empleo todavía más precario. La casa de los horrores.
El Brexit ha enmarcado el 26-J, acentuando tendencias que ya venían dadas. Los sondeos no lo captaron con suficiente nitidez y corresponde a los sociólogos electorales reflexionar sobre ello. Hay otra lección a considerar. Las redes sociales no son un fiel espejo de la sociedad. Twitter es muchas veces el espejo cóncavo del callejón del Gato. La gente madura y anciana que no milita en las redes ha ido a votar, corrigiendo la agitación política digital. Y el PP empieza a moverse bien en las redes. En esta campaña ha producido videos eficaces.

Una ciudadana introduce el voto en la urna durante la jornada electoral del pasado día 26
Una ciudadana introduce el voto en la urna durante la jornada electoral del pasado día 26
Leo Strauss, filósofo norteamericano de origen alemán, considerado como el padre intelectual del movimiento neconservador, escribió lo siguiente: “Ninguna sociedad acostumbrada a comprenderse en una finalidad, no puede perder su fe en esa finalidad sin devenir completamente desamparada”. Ninguna sociedad acostumbrada a entender Europa como un manto protector y benefactor, puede perder su fe en el horizonte europeo sin devenir completamente desamparada. España no está en condiciones de imaginarse a sí misma al margen de la Unión, ni siquiera puede fantasear con esa idea, como a veces hacen algunos franceses e italianos. Los españoles nacidos en la posguerra y los que adquirieron la mayoría de edad durante la transición (casi el 60% del censo electoral) nunca habían ido a votar con el temor de que Europa –su ideal de juventud– se deshilache. Es comprensible que los más jóvenes no acaben de entender la conexión entre la inquietante radiación del Brexit y el voto del 26 de junio. Su percepción de los riesgos es otra. La jubilación queda lejos. He aquí otra lección de estas elecciones. En España sigue mandando la gente de edad madura. Mal administrada esa áspera realidad puede tener pésimas consecuencias en un futuro no muy lejano. Convendría no olvidar que desde la aparición de Podemos, el número de manifestaciones y conflictos en la calle se ha reducido de manera muy considerable, según datos del Ministerio del Interior.
Del alfiler al elefante. De lo particular a lo general. De los fragmentos a los pactos. Mariano Rajoy ha ganado unas elecciones muy difíciles, pero no tiene la presidencia del Gobierno asegurada, puesto que la política de pactos sigue bajo bloqueo.
Ciudadanos no quiere convertirse en un anexo del PP. Quizá no lo podrá evitar en un futuro, pero Albert Rivera y su gente no se imaginan sirviendo los cafés en la mesa del Consejo de Ministros. Un pacto PP-Ciudadanos-PNV, con la adición de dos diputados canarios, parece hoy imposible, teniendo en cuenta que hay elecciones en Euskadi en octubre. Ciudadanos pide la extinción del concierto foral vasco.
El PSOE padece síndrome postraumático. Hace una semana se veía arrollado por Podemos. Durante la noche electoral, Pedro Sánchez tuvo la tentación de repetir la jugada de diciembre y ofrecerse para formar Gobierno al frente de las “fuerzas del cambio”. (PSOE, Ciudadanos y Podemos). Le tuvieron que disuadir. Gente de su equipo también pensó en adelantar el congreso del partido a julio, para dejar fuera de juego a Susana Díaz. El grupo dirigente del PSOE vive preso de la ansiedad. Y Podemos sigue teniendo cinco millones de votos y 71 diputados. Los socialistas han de seguir atentos a su izquierda. Su prioridad para los próximos años será recuperar crédito entre los jóvenes, ganar peso en las grandes ciudades e intentar levantar cabeza en Catalunya. ¿Cómo puede conseguir mejor ese objetivo? ¿Ejerciendo una oposición descarnada, en diaria competición con Podemos, o forzando al Partido Popular a cambios programáticos, con la ayuda del Partido Nacionalista Vasco?
El PNV será importante en la legislatura, pero las elecciones vascas de octubre le pueden traer problemas. Podría acabar necesitando el apoyo parlamentario del PP, si Podemos, incisivo en Euskadi, lamina al PSE-PSOE.
Todo está muy trabado. Y hay alfileres diseminados en la senda de los elefantes.
Fuente: La Vanguardia

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