Chaves,Susana,Pedro Sanchez |
Fernando López Agudín
No por esperado es menos lesivo para Sánchez, el procesamiento de Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Imposible una peor noticia, en vísperas de una campaña electoral, para un PSOE ya desahuciado como segunda fuerza política. Esa foto de buena parte de la cúpula de la Junta de Andalucía sentada en el banquillo de los acusados proyecta algo más que una sombra de duda sobre el conjunto del socialismo -al fin y al cabo, los dos principales procesados han sido ex-presidentes del gobierno andaluz y del PSOE- pese a que esta historia corrupta se circunscriba únicamente más abajo de Despeñaperros. Es todo un buen regalo andaluz para Rajoy.
¿Cómo puede criticar Pedro Sánchez a Pedro Antonio Sánchez, presidente del Gobierno de Murcia, cogido in fraganti por la Guardia Civil en las turbias milicias corruptas de la Púnica? Si defiende el honor perdido de los socialistas procesados, imposible poner en cuestión el del líder popular aún no procesado. Al reaccionar como Rajoy, cerrando filas con sus corruptos, no puede denunciar la mafia que ocupa Madrid o Valencia sin señalar la trama de Sevilla. No son responsables de meros errores de gestión sino de dos delitos, prevaricación y malversación de fondos públicos, tipificados en el Código Penal. No es una novedad. Hace ya algún tiempo, González describía que cuando los encuestadores iban a Andalucía se encontraban con socialistas ocultando su voto por vergüenza. Lo que, añadía, no ocurría desde la transición en que lo ocultaban por miedo.
Si hay un inocente en esta triste historia del socialismo andaluz es, precisamente, Sánchez que se ve hoy obligado a cargar con un fardo corrupto que no es de su cosecha. Ni siquiera, además, hubiera podido intervenir, en el caso que hubiese querido, en el patio andaluz del PSOE. Susana Díaz, relativamente inocente, se lo habría impedido como impidió que pudiera entrar en la Moncloa al frente de un gobierno de progreso a comienzos de este año. El coste electoral añadido que va a pagar el conjunto del PSOE habrá que facturarlo ya a ese PSA, que cada día recuerda más al que fundara Rojas Marcos, antes de que la lideresa andaluza le facture a Sánchez la derrota del socialismo.
Pero tampoco Susana Díaz se va ir de rositas el próximo 26 de junio. Falta por ver la repercusión electoral de todo este escándalo de los Eres en unas urnas ya de por sí harto complicadas por el gran avance de Unidos Podemos en las provincias andaluzas. Gobernar, por otra parte, con la derecha bis no es el mejor cartel electoral en un territorio duramente golpeado por el paro, la desigualdad y la corrupción. Solo faltaba el procesamiento de Chaves y Griñán, que ha dado toda la razón a la instrucción de la magistrada Alaya, para que bailen aún más un par de escaños vitales, fundamentales para que el PSA continúe como primera fuerza. Que su propio socio, Albert Rivera, apoye, además, al presidente murciano Pedro Antonio Sánchez, proyecta una imagen bochornosa.
Sea como sea, Susana Díaz es hoy menos Susana Díaz que ayer. Su protectorado sobre Ferraz puede diluirse bastante en favor de la independencia de Sánchez. Porque quien antes se presentaba como el bastión del socialismo, aparece ahora como el eslabón débil de los socialistas. El torpedo andaluz en la línea de flotación del PSOE agrava las nulas perspectivas electorales de Pedro Sánchez, a la vez que puede liberarle políticamente. Desde que fuera elegido como secretario general, nunca había gozado de la libertad de la que probablemente va a disfrutar ahora en Ferraz. A la vez, las restantes federaciones podrían recuperar así un plano de igualdad que habían perdido en el organigrama real del PSOE.
A nadie escapa la importancia de esta probable liberación de Sánchez. Todos los sondeos indican que la gran mayoría de los españoles prefieren un gobierno PSOE-Podemos e IU que un gobierno PSOE-PP. Asimismo, todas las encuestas avanzan una mayoría parlamentaria de las siglas progresistas. Será después del 26 de junio, cuando Sánchez se enfrente a las conclusiones políticas pertinentes. Ya no va a verse en el verano tan atado como lo estuvo en el invierno. Pero, menos Susana y más Pedro, no garantiza nada; aunque el líder socialista ya no podrá excusarse con aquel quiero y no puedo. No ha derrotado aún, dentro de su propio partido, a los que preparan la gran coalición con Rajoy, aunque juega con ventaja, sin la Susana Díaz de ayer los barones serán mañana menos varones.
Fernando López Agudín
Fuente: Público.es
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