EDITORIAL
Todos los indicadores señalan que la pelota del futuro gobierno se encuentra en el tejado del PSOE.
TODOS los indicadores señalan que la pelota del futuro gobierno se encuentra en el tejado del PSOE, mientras Mariano Rajoy se reúne con los partidos minoritarios a la espera del comité federal de los socialistas de mañana. También Pedro Sánchez, que mantiene un silencio expectante, consulta a los barones de su partido sobre el futuro gobierno, con un resultado claro: no apoyar a un Ejecutivo del PP. Y, en esas, irrumpe el expresidente Felipe González, con un artículo en El País, en el que propone que el PSOE acepte negociar con Rajoy para, “en caso de necesidad”, no obstaculizar la formación del gobierno.
Descartada la gran coalición, sólo quedan dos opciones: que Rajoy sea investido con una abstención crítica del PSOE o bien que sea investido con el apoyo de los grupos minoritarios. En este último caso, la suma del PP con Ciudadanos, Coalición Canaria y PNV es de 175 diputados, los mismos que los grupos de la oposición (PSOE, Unidos Podemos, ERC, Convergència y Bildu), por lo que, para superar el bloqueo, precisaría la abstención o la ausencia en la votación de, al menos, un diputado de la oposición. Si no lo consigue, habría que convocar unas terceras elecciones que nadie quiere y que alargarían y agravarían la agonía institucional. Por tanto, de la propuesta de Felipe González se interpreta que, como última opción, sean los socialistas los que faciliten la investidura de Rajoy mediante aquella abstención o una posible ausencia parlamentaria.
No es esta una solución fácil para el PSOE, que ha asumido que el electorado lo ha situado en la oposición. Facilitar la investidura de Rajoy, aunque sea a través de una pirueta parlamentaria, tendrá sin duda unos costes políticos que no es seguro que palien la imagen de responsabilidad política que comportaría. Menos aún con el ala izquierda podemita dispuesta a poner el dedo en la llaga de tan polémica cesión. Una decisión que deberá tomar Pedro Sánchez de forma inmediata, con el apoyo de todo su partido. Por esa razón es tan trascendente el comité federal que se celebra mañana, donde todos tendrán que decantarse en uno u otro sentido, sin descartar que la decisión se demore unos días o alguna semana, en una nueva reunión del órgano más importante entre congresos, a la espera de que los acontecimientos vayan madurando. Una decisión difícil, que no se debe descartar. Y que es posible que deba pasar por el veredicto de las bases del partido.
En todo caso, ahora es el candidato del Partido Popular a presidente el que debe negociar con los partidos más o menos próximos las condiciones y las cesiones que comporta todo acuerdo. Como indica Felipe González, resulta absurdo pedir a los demás que se pronuncien sobre un programa de medidas que, de momento, no existe. ¿Qué se puede negociar si no se sabe qué piensa acerca de la necesidad de reformas de tanto calado como la de la Constitución, la enseñanza, la sanidad o la legislación laboral? Por no hablar del futuro de las pensiones o de cómo frenar los recortes con menos presión fiscal y mejorar de una vez por todas la financiación de las comunidades autónomas, entre otras cuestiones trascendentales.
España necesita resolver cuanto antes su gobernabilidad. Si es cierto que la pelota está en el tejado del PSOE, al que se le pide responsabilidad y altura de miras, también es preciso y urgente que los demás grupos y, especialmente, el PP, asuman que sólo la negociación y el pacto pueden contribuir a superar la incertidumbre actual. Mariano Rajoy asegura que está esperando a que los socialistas aclaren su futuro. Pero también es cierto que ahora es él quien tiene que tomar la iniciativa.
Fuente: La Vanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario